MAMÁ RO
Un caso
probable de reencarnación
y
experiencias conexas que les son inherentes.
©Giuseppe Isgró C.
Era a mediados de los años setenta, del siglo
XX; la Sra. Wan, nacida en Italia, y desde hacía muchos años residenciada en
Venezuela, vivía en Maracaibo. Ella tenía una profunda vocación por el estudio
de la Verdad Universal.
Por sus vinculaciones familiares, tanto ella
como su esposo, un constructor de larga tradición familiar en el ramo, que,
según él, se remontaba a la época del Renacimiento italiano, viajaban, con
frecuencia, al oriente venezolano.
Jo, un joven que desde muy temprana edad se
había iniciado, también, en el estudio de la Verdad Universal, en esos viajes
esporádicos que Wan hacía a la ciudad de Puerto La Cruz, siempre tenía la
oportunidad de compartir sobre diversos tópicos filosóficos con ella, y su
esposo, de nombre: Antón, quien era, además, un hombre de extensa cultura
clásica.
Frecuentemente, Wan le comentaba a Jo que tenía
una amiga admirable, en la ciudad en que vivía, que era la abnegación en
persona. Según ella, era el símbolo de la bondad misma.
La razón de estos constantes elogios que Wan
hacía en relación con su amiga, a quien denominamos, en este relato: Mamá Ro,
es que, además de sus cinco hijos, estaba criando siete más, de los cuales
había asumido la responsabilidad de hacerlo, en forma voluntaria.
Algunos de esos niños eran hijos de una hermana
suya que había pasado a mejor vida y ellos no tenían a nadie más que pudiese
hacerse cargo de ellos, excepto Mamá Ro. Otros, lo eran de personas allegadas,
o conocidas, que se encontraban en análogas condiciones.
En cada uno de estos casos, Mamá Ro, por propia
iniciativa, había decidido hacerse cargo de estos niños, uno a uno, hasta que,
ya, sumándolos a los suyos propios, tenía doce a su cargo, misión que
realizaba, como ya fue dicho, con un
abnegado amor, desinteresadamente, y como una misión de vida.
Esta actitud extraordinaria de Mamá Ro, causaba
admiración entre las gentes que la conocían, y hablaban fervorosamente de ella,
elogiándole en sumo grado.
Este era, siempre, un tema obligado cada vez que
Wan iba a Puerto La Cruz; y dado que Wan y Mamá Ro eran muy amigas, y
compartían muchas actividades en forma conjunta, aquella tenía gran abundancia
de anécdotas que contar de la otra.
Varias veces, Wan le ofreció a Jo que, en
cualquier momento, invitaría a Mamá Ro para ir a Puerto La Cruz, de manera que
pudiese conocerla, y apreciar las magnificencias de esta gran mujer, que, sin
dudarlo, lo era.
Finalmente, hacia el final de la década de los
años setenta, del siglo XX, un día Wan le avisa a Jo de que la semana siguiente
irá a Puerto La Cruz, en compañía de Mamá Ro, para que estuviese pendiente, por
cuanto, le ratifica su deseo de que la conociese.
Una noche, dos días antes de que Mamá Ro fuese a
Puerto La Cruz, Jo tuvo un sueño. En el mismo, el escenario era el de una
ciudad americana, probablemente Chicago, u otra muy parecida. En una de sus
calles, Jo veía, durante la experiencia onírica, a dos hombres regordetes, de
mediana estatura, tirando a baja, caminando y conversando entre ellos.
Esos dos hombres que Jo contemplaba en el sueño,
eran la típica réplica de lo que son los auténticos gángsters que uno estaba acostumbrado a ver, de joven,
en las películas del género, precisamente, en la ciudad de Chicago, u otras de
ese período de los años veinte, del siglo XX. Quien haya visto la película El
Padrino, con Marlon Brando y Al Pacino, sabe a que nos referimos. En dicho film
hay varias escenas en la cual se presentan personajes análogos a los dos del
sueño que aquí se relata.
Finalmente, dos días después, en la noche, Jo
tendrá la oportunidad de conocer a Mamá Ro. Jo no lograba imaginarse como sería
este alabado, nunca suficientemente, personaje.
Pero, Jo no sale de su asombro cuando le
presentan a Mamá Ro. Es la replica, en femenino, de uno de los dos gángsters
que vio en el sueño. Idéntica estatura, regordeta en igual manera, los rasgos
físicos de la cara, muy similares, y la aureola que le acompañaba, ahora,
arrastraba algún tinte del que debió tener el gangster en aquel ciclo de vida.
Mamá Ro, como su nombre lo indicaba, era una
matrona; se le veía con semblante satisfecho, pero muy circunspecta.
Evidentemente, las tareas que tenía sobre sus hombros no eran poca cosa: doce
chavales a su cargo, cualquiera lo dice fácil.
Conversamos durante un par de horas, esa noche,
y un poco más durante el resto de la visita de Mamá Ro, a esa ciudad porteña.
Recordemos que Puerto La Cruz tiene una de las más hermosas bahías del mundo y
su moderno malecón es un lugar ideal para sosegados paseos, en esos
incomparables amaneceres, o atardeceres, tropicales, y un mar de tranquilas
aguas. La serenidad aflora en el Espíritu cuando en el horizonte se contempla
ese espectáculo que pareciera pintado con pincel divino y que sólo en el
trópico es factible ver en semejante modo.
Evidentemente, entre Wan, Antón y Jo, existía
afinidad de ideas y compartían inquietudes de estudios en análogo grado. No
hubo, realmente ningún tipo de afinidad entre Mamá Ro y Jo, excepto el de la
cortesía recíproca. Pero, Jo comprendió enseguida que allí había un caso
interesante de estudio, que las circunstancias de la vida le colocaban bajo sus
ojos para sacar conclusiones dignas de ser analizadas a la luz de la ley de
reencarnación y la del karma y el vipaka, es decir, acción y reacción, causa y
efecto, siembra y recogida, además de otros aspectos de la Doctrina
Universal.
Jo se percató, inmediatamente, de que Mamá Ro
era el Espíritu reencarnado de aquel gangster que había visto durante el sueño,
unos dos días antes. Era el mismo ser, observado físicamente, en los rasgos, en
el aspecto exterior, en la manera de andar y de hablar, y evidentemente,
también, en el carácter, que comenzaba a adquirir aspecto bonachón.
Esa noche, Jo sacó diversas conclusiones que, a
la distancia de un poco más de treinta años, ahora sintetizamos, para ilustrar
diferentes leyes vinculadas con la ley de reencarnación. Muchas veces, durante
ese largo lapso, Jo ha reflexionado sobre este caso interesante, razón por la
cual, estimamos que resultará fácil traer a la memoria dichos recuerdos.
En primer lugar, -y aunque ello resulte de una
apreciación subjetiva, que siempre es susceptible de algún margen de error, y
aún de la posibilidad de un error total, empero, es preciso tener confianza en
la propia capacidad perceptiva, y de análisis-:
1. El
encuentro con Mamá Ro no fue por pura casualidad, por cuanto Wan,
constantemente le hablaba a Jo de Mamá Ro, y después de un tiempo, le promete
que la traerá para que él le conozca. Esto podría ser motivado por la razón de
que Wan sabía que Jo era un estudiante de la Doctrina de la Reencarnación y
otros aspectos que les son inherentes, por lo que estimaba que le pudiese
responder algunas de las múltiples preguntas que, inevitablemente, tenía
rondándole en la mente.
2.
Luego, el sueño de Jo, anterior a la visita de Mamá Ro, tiene una
importante significación. Si Jo no hubiese tenido ese sueño, probablemente no
habría efectuado las reflexiones que serán reseñadas.
3.
Empero, los dos personajes del sueño, evidentemente dos compañeros que
trabajaban en llave, representan el prototipo físico de Mamá Ro, lo cual es
indicativo, con elevados niveles de certeza, de que Mamá Ro es la reencarnación
de uno de los dos personajes del sueño, como ya fue dicho.
4. El
PHILIAS, que es un término reacuñado por la Parapsicología, en el siglo XX,
indica el arrastre de los rasgos
físicos, aptitudes, idiosincrasias, fobias, traumas, marcas de nacimiento, y
otros incontables detalles, de una vida a otra, lo cual da la evidente clave de
que Mamá Ro es una réplica exacta, “en lo físico y en la personalidad”, de uno
de aquellos dos individuos vistos por Jo en el sueño. La única variante es la
del sexo.
5. Al
identificar a Mamá Ro con uno de los personajes del sueño, el resto se reduce
al análisis de Mamá Ro, su vida, los actos que ha realizado, y que sigue
llevando a cabo, entre otras cosas, y relacionarlos con aquellos probables que
habrá cumplido en aquel ciclo de vida como gangster, y los actos de generosidad
que ahora realiza Mamá Ro, como medio de aprendizaje y proceso de compensación.
6.
Cuántas personas enviaría a mejor vida en aquellas funciones de
gangster? Cuántos niños crecieron sin ver, o conocer, a sus padres, como
consecuencia de sus actos indebidos?
7. En
este ciclo de vida, Mamá Ro adoptó, como misión de vida, ocuparse de los niños
que en forma imprevista habían quedado huérfanos. Es esto una labor elegida,
previamente, por ella misma, en la dimensión espiritual, y aprobada por los regidores de la ley de
afinidad y la de justicia, con el fin de recabar la experiencia que significa
para una madre criar a un hijo sin la presencia del padre.
8.
Implica, a la vez, un medio de compensación para resarcir el perjuicio
ocasionado a incontables familias en el ciclo de vida anterior, o en varios.
9. Cabe
una pregunta: Los cinco hijos que ahora Mamá Ro tuvo, eran los Espíritus de
aquellos a quienes ella, en su vida anterior, había privado de la vida, y que,
en el presente ciclo, compensa, trayéndole a una nueva existencia? Había entre
ellos algún ser afín que se encarnara como su hijo con el fin de brindarle
algún apoyo a lo largo de su exigente misión? Esto último no lo sabemos, por no
haber conocido a ninguno de ellos, y observado los vínculos de afinidad existentes.
El caso amerita varias reflexiones, basándonos
en diversas leyes cósmicas:
I. En primer lugar,
recordemos dos leyes: La primera, que expresa: -“Quien quita una vida debe
reponerla”. Esto, en la práctica se efectúa mediante un nuevo nacimiento como
mujer, en cuyo rol de madre, repone las vidas que debe. Hemos observado casos
en los cuales, alguien que privó de la vida a dos personas, en el mismo ciclo
de vida, ese hombre contrajo un nuevo matrimonio, y tuvo dos hijos cuyo perfil
se asemejaba a los dos seres que, previamente había enviado a mejor vida, en
defensa propia. Es decir, que, en muchos casos, ni siquiera hay que esperar a
una nueva reencarnación para reponer la vida; se puede hacer en la misma, si
las circunstancias son propicias para ello.
II. La segunda ley, expresa:
-“Quien odia, tendrá que amar”. Si quien quita una vida, lo hace por odio, por
enemistad, por celos, o por la razón que fuere, lo cual siempre indica una
cierta animadversión, paralelamente a la reposición de la vida que se debe
realizar, la vinculación en el rol de madre e hijo, u otro parentesco, conlleva
a ir limando las asperezas, hasta que nazca la afinidad.
III. En tercer lugar, la ley de compensación,
que expresa: -“Todo acto debe ser compensado, bien sea aportando la
compensación que se debe, o recibir aquella de la cual se es acreedor.
IV. La ley del aprendizaje, que señala: -Cada
una de la experiencia que se vive tiene el propósito de permitir la adquisición
de nuevos y más perfectos estados de conciencia, que desarrollen la aptitud de
percibir, sentir, comprender, anhelar, hacer o dejar de hacer.
V. Por lo cual, conjuntamente
con las compensaciones a las cuales obligan la ley de justicia, la de
compensación y la de la igualdad, la persona en particular elige como pruebas
situaciones análogas a las que él ha hecho experimentar a otros, para que,
viviendo las mismas experiencias, adquiera conciencia de lo que se debe hacer,
y de lo que es preciso evitar, en lo sucesivo.
Ahora bien, Mamá Ro, en aquel rol de gangster,
en su vida anterior, en la vieja Chicago, incurrió en actos de los cuales,
ahora, asumiendo al mismo tiempo la vía adecuada para compensar las deudas
kármicas que arrastra, eligió pasar por pruebas análogas a las que hizo vivir a
un gran número de personas, como medio de aprendizaje, compensación y
depuración espiritual, creando los lazos de afinidad con todos aquellos seres
que, ahora, la vida, y la ley de afinidad, por acción cooperadora de la
justicia divina, coloca bajo su protección. En su rol de la vida anterior, les
dejó desamparados; ahora, ella era su “único” amparo. De esa interrelación nace
el amor. Del cumplimiento del deber, emana el derecho a la reivindicación, a
una vida digna y ejemplar. Rehacer el curso existencial por la senda recta
conduce a la felicidad; por cuanto, el propio saldo existencial, además de
mostrar el libro de vida libre de deudas, se expresa, al mismo tiempo, como
estado de paz y un sentimiento de libertad. El amor fluye entre los seres; la
unión se fortalece, y en el curso del devenir, cada quien hace méritos para ser
asistido, a su vez, cuando las circunstancias lo ameriten. Esos seres que ahora
reciben los frutos de nuestro amor, y abnegación, mañana serán, probablemente,
quienes nos aporten, a su vez, su propia cooperación, y su amor.
Por supuesto: Todo bien es mejor realizarlo con
absoluto desapego de los resultados, como un acto de servicio a Dios. La vida,
nos aporta, a diario, incontables beneficios en múltiples y variadas formas,
que nos hacen exclamar, con sentimiento de gratitud: Dios, eres maravilloso!
Gracias.
Mamá Ro ha significado, en el tiempo, un buen
ejemplo de cómo la ley cósmica, en su inmensa sabiduría, va educando a cada
ser, de la manera más conveniente a su caso, para que enrumbe sus pasos por la
senda de la justicia, del progreso y de la Luz.
El Gran Pedagogo, el auténtico maestro, es el
Ser Universal, por la acción de la ley cósmica y los sentimientos de sus
respectivos valores universales, en la conciencia, donde reside el verdadero
laboratorio alquímico-espiritual de la vida, en una eterna polarización.
Adelante.