viernes, 28 de febrero de 2014

SHANTI DEVI Y LA REENCARNACIÓN


SHANTI DEVI Y LA REENCARNACIÓN

©Giuseppe Isgró C.


El caso de Shanti Devi sobre la memoria extracerebral, o recuerdo de vidas anteriores,  es muy conocido a nivel mundial.

Shanti, nació en Delhi en 1926. Alrededor de los tres años comenzó a hablar de “su marido e hijos”. A los siete años, ya daba detalles más precisos: Decía que había vivido antes en Muttra, una ciudad situada no muy lejos de Delhi. Recordaba que su nombre era Ludgi, y su marido se había llamado  Kedarnath, con quien había tenido tres hijos; aportó detalles precisos. Mencionaba que había desencarnado durante su cuarto parto.  Este último detalle llamó la atención, y motivó que los padres llevaran a la niña al médico. El galeno comentó que tenía conocimientos más profundos sobre el tema de lo que corresponde a una niña de siete años.

Poco después, un hombre visitó la casa de Shanti, por relaciones de trabajo con el padre. Al abrirle la puerta, Shanti le reconoce como un pariente que había conocido en su vida anterior. Este hombre era de Muttra, y tenía un primo cuya esposa, de nombre Ludgi, había desencarnado durante su último parto.

Al poco tiempo, un desconocido tocó a la puerta de la casa de Shanti, y ésta, que fue quien le abrió, le reconoció como a su “marido” Kedernath.

Con la ayuda del Estado, se nombró una comisión para estudiar el caso. Condujeron a Shanti a la población de Muttra, quien reconoció la ciudad y pudo conducirles con los ojos cerrados. Identificó la casa donde había vivido Ludgi, y llamó por el nombre correcto al padre, a la madre y al hermano de Kedernath. También lo hizo con sus tres primeros hijos, pero no ocurrió lo mismo con el cuarto, por cuanto no llegó a conocerlo, por haber desencarnado durante el parto. Aportó otros detalles que demostraron ser ciertos.

En el siglo XX se investigaron, a nivel científico, un número considerable de casos que prometían ser recuerdos de vidas pasadas, de los cuales alrededor de cinco mil superaron todas las pruebas. Esto permite que, hoy en día, se pueda afirmar con contundencia que la Reencarnación es un hecho científicamente comprobado. Ya resulta irrelevante afirmar o negar la realidad de la reencarnación: Es una realidad firmemente establecida. Cada quien puede negarla, si lo desea, es una cuestión de criterio personal. Es preciso esperar a que cada persona que lo requiera haga conciencia al respecto.

Lo que sí resulta prioritario es el estudio de todas las valiosas experiencias que se han recabado de esas investigaciones, para ampliar la propia visión de la reencarnación. Luego, se hace necesario  compararlas con las ideas transmitidas por todas las corrientes de pensamiento, a través de la historia.

Recordemos que el tema de la reencarnación fue olvidado en el mundo occidental con la expansión de la corriente de pensamiento nacida en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era. Las  prohibiciones de hablar de reencarnación, so pena máxima, emanadas de los decretos de Teodosio, en el año 381 de nuestra era, y de Justiniano, en la primera mitad del siglo VI, hizo olvidar la realidad de la reencarnación, conocida desde la más remota antigüedad. Se le atribuye a ambos gobernantes haber enviado a mejor vida alrededor de un millón de personas, cada uno, por rehusarse a dejar de hablar de reencarnación.


A sangre y fuego, se obligó a la gente, en el mundo occidental, a olvidar el tema de la reencarnación durante toda la edad media, y su doctrina se reactivó, en el siglo XIX, en el año 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, que retomaba el tema de la pluralidad de existencias, y con Madame Blavasky, con la fundación de la Sociedad Teosófica, en 1875. El movimiento ocultista francés dio su aporte importante en la difusión del conocimiento sobre la reencarnación. El Dr. Gerard Encausse, mejor conocido por su pseudónimo: Papus, publicó hacia finales del siglo XIX, un excelente libro sobre la Reencarnación, de gran vigencia aún, en el cual reproduce, completo, el capítulo XI de las Leyes de Manú, para demostrar la antigüedad de la doctrina de la Palingenesia.

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