sábado, 29 de marzo de 2014

LA SABIDURÍA DE PLATÓN


LA SABIDURÍA DE PLATÓN

©Giuseppe Isgró C.


El Eutifrón, da inicio a la colección de diálogos de Platón, en el cual, desde el comienzo, aporta diversas enseñanzas.

Cuando Eutifrón expresa que él no cree que Sócrates pueda estar en aquel lugar para ser objeto de una demanda ni de que él sea capaz de anteponerla  a nadie, transmite un mensaje sutil digno de ser tomado en cuenta.

Aquí Platón quiere significar que personas como Sócrates, jamás incurrirían en actos susceptibles de ser juzgados en un Tribunal de Justicia, ni suelen recurrir ante él para anteponer querellas, por cuanto son lo suficientemente prudentes, y capaces, para resolver, en forma amigable, y favorablemente, los casos que les conciernen.

Sócrates elogia a su acusador, diciendo que debe ser un sabio, entre otras cosas porque descubre su ignorancia y percibe cosas que otros no son capaces de hacer.

Aquí aporta su segundo mensaje, cuando afirma: -“Es, me parece, el único de nuestros hombres de Estado que empieza bien, por cuanto es empezar bien ocupándose, ante de todo, de los jóvenes, de modo que resulten virtuosos”.

Sócrates señala la misión que debe asumir todo político: La de ocuparse del óptimo desarrollo de la juventud.

Pero, salta a la vista que el joven Meleto ni es capaz de observar la sabiduría de Sócrates, ni su propia ignorancia, y mucho menos asumir la misión de educar a la juventud, por cuanto, al hombre más importante de la Grecia clásica, que se ocupó en mayor grado de esa loable función pedagógica, en ese momento lo estaba acusando como ejecutor de lo contrario.

El ejemplo del agricultor, quien limpia el terreno de las malas hierbas para que las buenas crezcan bien, ocupándose, primero, de las plantas más tiernas, es un mensaje preciso de Sócrates: Hay que ocuparse de la educación de los niños desde su más temprana edad, como primera prioridad.

Esta educación empieza a partir del vientre de la madre, y aún antes, por cuanto es necesario educar a las jóvenes parejas que contraen matrimonio en los rudimentos esenciales del arte de ser padres, y así cumplir bien su responsabilidad inherente.

Esto es un círculo sin fin, que empieza, sin duda, educando al nuevo ser a partir del momento de su gestación, expresándole que se le ama, que será bien recibido, o recibida, y de que se le ayudará a cumplir con la misión de vida que trae en el presente ciclo existencial, entre otras cosas esenciales.

Esta educación debe basarse, fundamentalmente, en el estudio de los valores universales, soporte de las leyes cósmicas, que permiten a todos los seres  vivir en armonía con la naturaleza, ejerciendo la práctica de todas las virtudes.


Adelante.

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