sábado, 29 de marzo de 2014

LA SABIDURÍA DE PLATÓN


LA SABIDURÍA DE PLATÓN

©Giuseppe Isgró C.


El Eutifrón, da inicio a la colección de diálogos de Platón, en el cual, desde el comienzo, aporta diversas enseñanzas.

Cuando Eutifrón expresa que él no cree que Sócrates pueda estar en aquel lugar para ser objeto de una demanda ni de que él sea capaz de anteponerla  a nadie, transmite un mensaje sutil digno de ser tomado en cuenta.

Aquí Platón quiere significar que personas como Sócrates, jamás incurrirían en actos susceptibles de ser juzgados en un Tribunal de Justicia, ni suelen recurrir ante él para anteponer querellas, por cuanto son lo suficientemente prudentes, y capaces, para resolver, en forma amigable, y favorablemente, los casos que les conciernen.

Sócrates elogia a su acusador, diciendo que debe ser un sabio, entre otras cosas porque descubre su ignorancia y percibe cosas que otros no son capaces de hacer.

Aquí aporta su segundo mensaje, cuando afirma: -“Es, me parece, el único de nuestros hombres de Estado que empieza bien, por cuanto es empezar bien ocupándose, ante de todo, de los jóvenes, de modo que resulten virtuosos”.

Sócrates señala la misión que debe asumir todo político: La de ocuparse del óptimo desarrollo de la juventud.

Pero, salta a la vista que el joven Meleto ni es capaz de observar la sabiduría de Sócrates, ni su propia ignorancia, y mucho menos asumir la misión de educar a la juventud, por cuanto, al hombre más importante de la Grecia clásica, que se ocupó en mayor grado de esa loable función pedagógica, en ese momento lo estaba acusando como ejecutor de lo contrario.

El ejemplo del agricultor, quien limpia el terreno de las malas hierbas para que las buenas crezcan bien, ocupándose, primero, de las plantas más tiernas, es un mensaje preciso de Sócrates: Hay que ocuparse de la educación de los niños desde su más temprana edad, como primera prioridad.

Esta educación empieza a partir del vientre de la madre, y aún antes, por cuanto es necesario educar a las jóvenes parejas que contraen matrimonio en los rudimentos esenciales del arte de ser padres, y así cumplir bien su responsabilidad inherente.

Esto es un círculo sin fin, que empieza, sin duda, educando al nuevo ser a partir del momento de su gestación, expresándole que se le ama, que será bien recibido, o recibida, y de que se le ayudará a cumplir con la misión de vida que trae en el presente ciclo existencial, entre otras cosas esenciales.

Esta educación debe basarse, fundamentalmente, en el estudio de los valores universales, soporte de las leyes cósmicas, que permiten a todos los seres  vivir en armonía con la naturaleza, ejerciendo la práctica de todas las virtudes.


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MAMÁ RO: Un caso probable de reencarnación y experiencias conexas que les son inherentes.


MAMÁ RO
Un caso probable de reencarnación
y experiencias conexas que les son inherentes.
©Giuseppe Isgró C.

Era a mediados de los años setenta, del siglo XX; la Sra. Wan, nacida en Italia, y desde hacía muchos años residenciada en Venezuela, vivía en Maracaibo. Ella tenía una profunda vocación por el estudio de la Verdad Universal.
Por sus vinculaciones familiares, tanto ella como su esposo, un constructor de larga tradición familiar en el ramo, que, según él, se remontaba a la época del Renacimiento italiano, viajaban, con frecuencia, al oriente venezolano.
Jo, un joven que desde muy temprana edad se había iniciado, también, en el estudio de la Verdad Universal, en esos viajes esporádicos que Wan hacía a la ciudad de Puerto La Cruz, siempre tenía la oportunidad de compartir sobre diversos tópicos filosóficos con ella, y su esposo, de nombre: Antón, quien era, además, un hombre de extensa cultura clásica.
Frecuentemente, Wan le comentaba a Jo que tenía una amiga admirable, en la ciudad en que vivía, que era la abnegación en persona. Según ella, era el símbolo de la bondad misma.
La razón de estos constantes elogios que Wan hacía en relación con su amiga, a quien denominamos, en este relato: Mamá Ro, es que, además de sus cinco hijos, estaba criando siete más, de los cuales había asumido la responsabilidad de hacerlo, en forma voluntaria.
Algunos de esos niños eran hijos de una hermana suya que había pasado a mejor vida y ellos no tenían a nadie más que pudiese hacerse cargo de ellos, excepto Mamá Ro. Otros, lo eran de personas allegadas, o conocidas, que se encontraban en análogas condiciones.
En cada uno de estos casos, Mamá Ro, por propia iniciativa, había decidido hacerse cargo de estos niños, uno a uno, hasta que, ya, sumándolos a los suyos propios, tenía doce a su cargo, misión que realizaba, como ya fue dicho,  con un abnegado amor, desinteresadamente, y como una misión de vida.
Esta actitud extraordinaria de Mamá Ro, causaba admiración entre las gentes que la conocían, y hablaban fervorosamente de ella, elogiándole en sumo grado.
Este era, siempre, un tema obligado cada vez que Wan iba a Puerto La Cruz; y dado que Wan y Mamá Ro eran muy amigas, y compartían muchas actividades en forma conjunta, aquella tenía gran abundancia de anécdotas que contar de la otra. 
Varias veces, Wan le ofreció a Jo que, en cualquier momento, invitaría a Mamá Ro para ir a Puerto La Cruz, de manera que pudiese conocerla, y apreciar las magnificencias de esta gran mujer, que, sin dudarlo, lo era.


Finalmente, hacia el final de la década de los años setenta, del siglo XX, un día Wan le avisa a Jo de que la semana siguiente irá a Puerto La Cruz, en compañía de Mamá Ro, para que estuviese pendiente, por cuanto, le ratifica su deseo de que la conociese.
Una noche, dos días antes de que Mamá Ro fuese a Puerto La Cruz, Jo tuvo un sueño. En el mismo, el escenario era el de una ciudad americana, probablemente Chicago, u otra muy parecida. En una de sus calles, Jo veía, durante la experiencia onírica, a dos hombres regordetes, de mediana estatura, tirando a baja, caminando y conversando entre ellos.
Esos dos hombres que Jo contemplaba en el sueño, eran la típica réplica de lo que son los auténticos gángsters  que uno estaba acostumbrado a ver, de joven, en las películas del género, precisamente, en la ciudad de Chicago, u otras de ese período de los años veinte, del siglo XX. Quien haya visto la película El Padrino, con Marlon Brando y Al Pacino, sabe a que nos referimos. En dicho film hay varias escenas en la cual se presentan personajes análogos a los dos del sueño que aquí se relata.
Finalmente, dos días después, en la noche, Jo tendrá la oportunidad de conocer a Mamá Ro. Jo no lograba imaginarse como sería este alabado, nunca suficientemente, personaje.
Pero, Jo no sale de su asombro cuando le presentan a Mamá Ro. Es la replica, en femenino, de uno de los dos gángsters que vio en el sueño. Idéntica estatura, regordeta en igual manera, los rasgos físicos de la cara, muy similares, y la aureola que le acompañaba, ahora, arrastraba algún tinte del que debió tener el gangster en aquel ciclo de vida.
Mamá Ro, como su nombre lo indicaba, era una matrona; se le veía con semblante satisfecho, pero muy circunspecta. Evidentemente, las tareas que tenía sobre sus hombros no eran poca cosa: doce chavales a su cargo, cualquiera lo dice fácil. 


Conversamos durante un par de horas, esa noche, y un poco más durante el resto de la visita de Mamá Ro, a esa ciudad porteña. Recordemos que Puerto La Cruz tiene una de las más hermosas bahías del mundo y su moderno malecón es un lugar ideal para sosegados paseos, en esos incomparables amaneceres, o atardeceres, tropicales, y un mar de tranquilas aguas. La serenidad aflora en el Espíritu cuando en el horizonte se contempla ese espectáculo que pareciera pintado con pincel divino y que sólo en el trópico es factible ver en semejante modo.
Evidentemente, entre Wan, Antón y Jo, existía afinidad de ideas y compartían inquietudes de estudios en análogo grado. No hubo, realmente ningún tipo de afinidad entre Mamá Ro y Jo, excepto el de la cortesía recíproca. Pero, Jo comprendió enseguida que allí había un caso interesante de estudio, que las circunstancias de la vida le colocaban bajo sus ojos para sacar conclusiones dignas de ser analizadas a la luz de la ley de reencarnación y la del karma y el vipaka, es decir, acción y reacción, causa y efecto, siembra y recogida, además de otros aspectos de la Doctrina Universal. 
Jo se percató, inmediatamente, de que Mamá Ro era el Espíritu reencarnado de aquel gangster que había visto durante el sueño, unos dos días antes. Era el mismo ser, observado físicamente, en los rasgos, en el aspecto exterior, en la manera de andar y de hablar, y evidentemente, también, en el carácter, que comenzaba a adquirir aspecto bonachón. 
Esa noche, Jo sacó diversas conclusiones que, a la distancia de un poco más de treinta años, ahora sintetizamos, para ilustrar diferentes leyes vinculadas con la ley de reencarnación. Muchas veces, durante ese largo lapso, Jo ha reflexionado sobre este caso interesante, razón por la cual, estimamos que resultará fácil traer a la memoria dichos recuerdos.


En primer lugar, -y aunque ello resulte de una apreciación subjetiva, que siempre es susceptible de algún margen de error, y aún de la posibilidad de un error total, empero, es preciso tener confianza en la propia capacidad perceptiva, y de análisis-:
1.    El encuentro con Mamá Ro no fue por pura casualidad, por cuanto Wan, constantemente le hablaba a Jo de Mamá Ro, y después de un tiempo, le promete que la traerá para que él le conozca. Esto podría ser motivado por la razón de que Wan sabía que Jo era un estudiante de la Doctrina de la Reencarnación y otros aspectos que les son inherentes, por lo que estimaba que le pudiese responder algunas de las múltiples preguntas que, inevitablemente, tenía rondándole en la mente.
2.    Luego, el sueño de Jo, anterior a la visita de Mamá Ro, tiene una importante significación. Si Jo no hubiese tenido ese sueño, probablemente no habría efectuado las reflexiones que serán reseñadas.
3.    Empero, los dos personajes del sueño, evidentemente dos compañeros que trabajaban en llave, representan el prototipo físico de Mamá Ro, lo cual es indicativo, con elevados niveles de certeza, de que Mamá Ro es la reencarnación de uno de los dos personajes del sueño, como ya fue dicho.
4.    El PHILIAS, que es un término reacuñado por la Parapsicología, en el siglo XX, indica el arrastre de  los rasgos físicos, aptitudes, idiosincrasias, fobias, traumas, marcas de nacimiento, y otros incontables detalles, de una vida a otra, lo cual da la evidente clave de que Mamá Ro es una réplica exacta, “en lo físico y en la personalidad”, de uno de aquellos dos individuos vistos por Jo en el sueño. La única variante es la del sexo.
5.    Al identificar a Mamá Ro con uno de los personajes del sueño, el resto se reduce al análisis de Mamá Ro, su vida, los actos que ha realizado, y que sigue llevando a cabo, entre otras cosas, y relacionarlos con aquellos probables que habrá cumplido en aquel ciclo de vida como gangster, y los actos de generosidad que ahora realiza Mamá Ro, como medio de aprendizaje y proceso de compensación.
6.    Cuántas personas enviaría a mejor vida en aquellas funciones de gangster? Cuántos niños crecieron sin ver, o conocer, a sus padres, como consecuencia de sus actos indebidos?
7.    En este ciclo de vida, Mamá Ro adoptó, como misión de vida, ocuparse de los niños que en forma imprevista habían quedado huérfanos. Es esto una labor elegida, previamente, por ella misma, en la dimensión espiritual,  y aprobada por los regidores de la ley de afinidad y la de justicia, con el fin de recabar la experiencia que significa para una madre criar a un hijo sin la presencia del padre.
8.    Implica, a la vez, un medio de compensación para resarcir el perjuicio ocasionado a incontables familias en el ciclo de vida anterior, o en varios.
9.    Cabe una pregunta: Los cinco hijos que ahora Mamá Ro tuvo, eran los Espíritus de aquellos a quienes ella, en su vida anterior, había privado de la vida, y que, en el presente ciclo, compensa, trayéndole a una nueva existencia? Había entre ellos algún ser afín que se encarnara como su hijo con el fin de brindarle algún apoyo a lo largo de su exigente misión? Esto último no lo sabemos, por no haber conocido a ninguno de ellos, y observado los vínculos de afinidad existentes.


El caso amerita varias reflexiones, basándonos en diversas leyes cósmicas:
                                                      I.      En primer lugar, recordemos dos leyes: La primera, que expresa: -“Quien quita una vida debe reponerla”. Esto, en la práctica se efectúa mediante un nuevo nacimiento como mujer, en cuyo rol de madre, repone las vidas que debe. Hemos observado casos en los cuales, alguien que privó de la vida a dos personas, en el mismo ciclo de vida, ese hombre contrajo un nuevo matrimonio, y tuvo dos hijos cuyo perfil se asemejaba a los dos seres que, previamente había enviado a mejor vida, en defensa propia. Es decir, que, en muchos casos, ni siquiera hay que esperar a una nueva reencarnación para reponer la vida; se puede hacer en la misma, si las circunstancias son propicias para ello.
                                                  II.      La segunda ley, expresa: -“Quien odia, tendrá que amar”. Si quien quita una vida, lo hace por odio, por enemistad, por celos, o por la razón que fuere, lo cual siempre indica una cierta animadversión, paralelamente a la reposición de la vida que se debe realizar, la vinculación en el rol de madre e hijo, u otro parentesco, conlleva a ir limando las asperezas, hasta que nazca la afinidad.
                                               III.      En tercer lugar, la ley de compensación, que expresa: -“Todo acto debe ser compensado, bien sea aportando la compensación que se debe, o recibir aquella de la cual se es acreedor.
                                              IV.      La ley del aprendizaje, que señala: -Cada una de la experiencia que se vive tiene el propósito de permitir la adquisición de nuevos y más perfectos estados de conciencia, que desarrollen la aptitud de percibir, sentir, comprender, anhelar, hacer o dejar de hacer.
                                                  V.      Por lo cual, conjuntamente con las compensaciones a las cuales obligan la ley de justicia, la de compensación y la de la igualdad, la persona en particular elige como pruebas situaciones análogas a las que él ha hecho experimentar a otros, para que, viviendo las mismas experiencias, adquiera conciencia de lo que se debe hacer, y de lo que es preciso evitar, en lo sucesivo.


Ahora bien, Mamá Ro, en aquel rol de gangster, en su vida anterior, en la vieja Chicago, incurrió en actos de los cuales, ahora, asumiendo al mismo tiempo la vía adecuada para compensar las deudas kármicas que arrastra, eligió pasar por pruebas análogas a las que hizo vivir a un gran número de personas, como medio de aprendizaje, compensación y depuración espiritual, creando los lazos de afinidad con todos aquellos seres que, ahora, la vida, y la ley de afinidad, por acción cooperadora de la justicia divina, coloca bajo su protección. En su rol de la vida anterior, les dejó desamparados; ahora, ella era su “único” amparo. De esa interrelación nace el amor. Del cumplimiento del deber, emana el derecho a la reivindicación, a una vida digna y ejemplar. Rehacer el curso existencial por la senda recta conduce a la felicidad; por cuanto, el propio saldo existencial, además de mostrar el libro de vida libre de deudas, se expresa, al mismo tiempo, como estado de paz y un sentimiento de libertad. El amor fluye entre los seres; la unión se fortalece, y en el curso del devenir, cada quien hace méritos para ser asistido, a su vez, cuando las circunstancias lo ameriten. Esos seres que ahora reciben los frutos de nuestro amor, y abnegación, mañana serán, probablemente, quienes nos aporten, a su vez, su propia cooperación, y su amor.
Por supuesto: Todo bien es mejor realizarlo con absoluto desapego de los resultados, como un acto de servicio a Dios. La vida, nos aporta, a diario, incontables beneficios en múltiples y variadas formas, que nos hacen exclamar, con sentimiento de gratitud: Dios, eres maravilloso! Gracias.
Mamá Ro ha significado, en el tiempo, un buen ejemplo de cómo la ley cósmica, en su inmensa sabiduría, va educando a cada ser, de la manera más conveniente a su caso, para que enrumbe sus pasos por la senda de la justicia, del progreso y de la Luz.
El Gran Pedagogo, el auténtico maestro, es el Ser Universal, por la acción de la ley cósmica y los sentimientos de sus respectivos valores universales, en la conciencia, donde reside el verdadero laboratorio alquímico-espiritual de la vida, en una eterna polarización.

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CARLOS ANDRÉS PÉREZ: UN GRAN VENEZOLANO


CARLOS ANDRÉS PÉREZ: 
UN GRAN VENEZOLANO

©Giuseppe Isgró C.


La desencarnación de Carlos Andrés Pérez, en el pasado mes de diciembre de 2010, a la edad de 88 años, culmina un ciclo en la vida de uno de los líderes fundamentales del siglo XX, en Latino América. Si hubiera que escribir una vida paralela, al estilo del maestro de Queronea, Plutarco, elegiría, como contra parte, al Gran Mariscal de Ayacucho: Antonio José de Sucre. Ambos fueron líderes continentales; hasta físicamente se parecen, como rasgos del Philia, término, éste, con que, las modernas investigaciones sobre reencarnación, denominan los arrastres del bagaje físico y espiritual –aptitudes o puntos menos fuertes- de un ciclo de vida a otro.
Solón, en cierta oportunidad, le dijo a Creso, que, para verificar si un hombre merecía el calificativo de feliz, había que esperar hasta su paso a mejor vida. Si las circunstancias no opacaban su dignidad, se haría acreedor a ello. He aquí, textualmente, la cita: -“Estando  sujeta la vida a tan diversas fortunas, no nos deja engreírnos con los bienes presentes, ni admira, en el hombre, una felicidad que puede tener mudanza con el tiempo, porque cada uno tiene sobre sí un porvenir muy vario, por lo mismo que es incierto; y aquel tenemos por feliz a quien su buen hado le ha proporcionado ser feliz hasta el fin. Más la felicidad del que todavía está vivo y sujeto a riesgos es insegura y falible, como el parabién y la corona del que está todavía peleando”.
Venezuela ha sido pródiga en generar grandes líderes. Entre los más representativos del siglo XX, podrían citarse tres con niveles equivalentes: Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez. No resultaría fácil jerarquizarlos en un determinado orden. Cada uno cumplió su rol, en su momento. Quizá, en el futuro, los historiadores se inclinen por uno o por otro de los tres, como el mayor líder del siglo XX venezolano. Pero, hay que esperar. La historia es preciso verla de cerca y juzgarla de lejos.
Con optimismo análogo al de Guzmán Blanco y Pérez Jiménez, Carlos Andrés realizó la mayor infraestructura para conducir a Venezuela a su mejor perfil como país. ¿Lo logró? Realizó la parte que le correspondió, en una vida dedicada, enteramente, al servicio del país. En su excelente libro: El Quehacer y la Historia, expresó: -“A Venezuela he servido con entusiasmo ilimite que nunca ha sabido de cansancio ni pausas” Su trayectoria política fue extensa y variada: en ella sirve al país como Diputado, en 1959;  como primer Director General del Ministerio de Relaciones Interiores, en 1960, y en 1962, como Ministro del mismo Despacho. En 1964 asume la Jefatura de la Fracción Parlamentaria de Acción Democrática, con acciones fecundas y ejemplares. En 1968 es designado Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional. El 20 de agosto de 1972, es electo Candidato a la Presidencia de la República, y el 09 de diciembre de 1973, resultó electo Presidente Constitucional de Venezuela, en su primer período.
 En este primer período presidencial se les reconocen los siguientes logros: la creación del Consejo Nacional de la Cultura: la fundación del  Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, mediante el cual ejecutó un proyecto que, con análoga visión futurista había aplicado, ya, el Japón, en los primeros cincuenta años del siglo XX, con el que preparó un recurso humano calificado que los países de gran desarrollo se disputan y emplean, a nivel mundial. El Programa editorial Biblioteca Ayacucho, ha recopilado, y publicado, las obras fundamentales de Hispano América, con el propósito de alcanzar, oportunamente, la cifra de 500 volúmenes, lo cual denota una singular visión de orientación pedagógica. La Orquesta Nacional Juvenil ha canalizado el talento de incontables jóvenes. La nacionalización de la industria del hierro y del petróleo, son dos de sus obras que habrán de resultar de vital importancia en el futuro desarrollo del país, alcanzando, ésta última, niveles elevadísimos de excelencia. Promueve el ideal integracionista latinoamericano, transformándose en uno de sus líderes principales. En este período, en Venezuela, las actividades económicas alcanzaron niveles jamás vistos. Luego, en su carácter de ex-presidente, pasa a ser Miembro Vitalicio del Senado. En 1980, es nombrado Vice-Presidente de la Internacional Socialista; posteriormente, es designado Vice-Presidente de Antiguos Jefes de Estados, en Viena, y muchos otros cargos más. El 11 de octubre de 1987, fue electo de nuevo Candidato a la Presidencia de la República, ganando las respectivas elecciones al final de 1988. Él ha dado su aporte. El resto es una tarea de todos los venezolanos, y como él decía, frecuentemente: -“y de los extranjeros que conviven con nosotros”. Estaba consciente, al igual que Bolívar, de la importancia de invitar a gente de afuera para que hiciese del país su Patria adoptiva. Un pensamiento geopolítico de altura.

 Carlos Andrés, constituye, conjuntamente con otros ilustres venezolanos, uno de los mejores paradigmas para los futuros líderes políticos. Precisarán emular sus aciertos y evitar sus errores. Representa un ejemplo de dignidad y respetabilidad en su conducción frente al país. Siempre se comportó dignamente, respetando al contrincante político.
En su segundo período presidencial, recibió el gobierno, de su predecesor, con unas reservas internacionales muy exiguas, es decir, en torno a los trescientos millones de dólares. El proceso de estabilización económica que llevó a cabo, él y su equipo, delegando funciones en Miguel Rodríguez, le permitió, en apenas dos años y medio, elevarlas a trece mil millones de dólares, aproximadamente. Si tomamos en cuenta de que ello fue logrado en un clima de total adversidad política, redunda en mayor mérito.
El antejuicio de mérito, que le suspendió en su calidad de presidente activo, lo afrontó con entereza y dignidad. Pese a las probabilidades en contra, y manteniendo su presencia en el país, dando la cara en todo momento a sus adversarios políticos, y con una defensa jurídica inteligente y serena, triunfó en una causa que honró su persona.
En cierta oportunidad, a la pregunta sobre quien era el prócer que más admiraba: respondió de inmediato, y tajantemente: -“¡Miranda, por supuesto!”-. Recordemos que CAP, en su primera Presidencia, después de largas negociaciones, adquirió para el país, la casa de Miranda, en Londres, donde se llevó a cabo el encuentro de Bolívar, Miranda y Bello.
Carlos Andrés era un orador excelente. Su discurso en el Poliedro, en 1988, en el acto de juramentación de los veinte mil integrantes del equipo de campaña de los independientes con CAP, esbozó su visión de país que se corresponde con el que han soñado los Padres y los Maestros de la Patria, lo cual, -conjuntamente con su efectiva trayectoria política-, le proyecta como uno de los mejores estadistas que ha tenido el país. Ese  discurso alcanzó niveles de excelencia comparables a los mejores de Winston Churchil, Benito Mussolini, Charles De Gaulle y Emilio Castelar. Solamente el  estudio de ese discurso, por parte de los historiadores del futuro, permitiría calificar a Carlos Andrés Pérez como uno de los grandes líderes del siglo XX, a nivel mundial.
 La visión que Carlos Andrés Pérez demostró tener en aquel discurso, conserva vigencia aún, cuyo hilo conductor habrán de retomar las nuevas generaciones de líderes que Venezuela seguirá generando, para hacer realidad la Nación con la que soñaron los Padres y los Maestros de la Patria, desde sus orígenes. Es una ardua tarea, pero posible. Venezuela es, potencialmente hablando, uno de los mejores países del mundo, con un recurso humano excepcional.
Carlos Andrés fue un gran estudioso de la historia Patria y de la Universal, calificándola como “el norte de su vida y vehículo de inspiración para la actividad cotidiana”. En cierta ocasión dijo: -“En los hechos de nuestros grandes hombres, tanto en las horas gloriosas como también en las menguadas, así en los aciertos como en los errores de nuestro pueblo, busqué y hallé siempre la lección útil para el esfuerzo perdurable”. Además del libro ya citado: El Quehacer y la Historia, publicó otro con el título: “Venezuela Moderna, América y El Mundo”. Sin duda, la recopilación de los Discursos de Carlos Andrés a lo largo de su extensa vida política, ofrecerán para las nuevas generaciones importancia análoga a los de Antonio Canovas del Castillo, en España, publicados en seis volúmenes y a los de Andrés Bello, en el Senado de Chile, incluidos en sus Obras Completas.
Carlos Andrés Pérez, a quien la historia recordará, en el espacio y en el tiempo, como a un gran venezolano, en cierta ocasión, dijo: -“Los pueblos no se construyen sobre la negación. A todo lo largo de mi carrera política he dicho a mis compatriotas palabras de categórica confianza. Por la convicción muy firme, absoluta y cabal, de que nuestra historia nos autoriza a enfrentar los retos del porvenir con entusiasmo y seguro optimismo. El mañana será lo que nosotros queramos que sea”-.
En otra oportunidad, concluyendo un discurso, hizo suyo un pensamiento del Libertador, en el cual, Simón Bolívar, -uno de los grandes genios de la historia universal-, expresó: -“Necesitamos trabajar mucho para regenerar al país y darle consistencia; por lo mismo, paciencia y más paciencia, constancia y más constancia, trabajo y más trabajo, para tener Patria”. Luego, Carlos Andrés, con su acostumbrado lema, concluyó: -“Manos a las obras”.

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EL PODER DE LA OBSTINACIÓN



EL PODER DE LA OBSTINACIÓN

©GIUSEPPE ISGRÓ C.


 Herman Hesse, comentaba en uno de sus ensayos, que la palabra que más le había emocionado, y a la cual siempre había prestado una atención especial, era “obstinación”, equiparable a “tenacidad”.
 Se refería a esa clase de obstinación que engendra una fuerza de voluntad de tal magnitud que conduce a la persona a superar cualquier obstáculo, de la índole que fuere, empleando los recursos esenciales hasta alcanzar la meta.
 Tomás Alva Edisón, era de este temple. El 21 de octubre de 1879, después de realizar más de diez mil experimentos para encontrar el filamento y la técnica adecuada mediante la imaginación sintética, perfeccionó la primera bombilla eléctrica.
 La obstinación de Henry Ford, de construir el motor V-8, hizo realidad algo que sus mismos ingenieros creían imposible. Solía decirle: -“Lo quiero y lo conseguiré”.
 Napoleón, borró de su diccionario la palabra  “imposible”; tal eran su determinación de triunfar.
 Bolívar, en Casacoima, en condiciones adversas, soñaba con los éxitos de la campaña del Sur. En Pativilca, postrado, a la pregunta de Don Joaquín Mosquera: -“Y qué piensa hacer usted ahora?”, –con  ojos resplandecientes, expresión decidida y confiada actitud, responde: -“Triunfar”; haciendo realidad, poco después, su sueño de la emancipación latinoamericana.
 Es la tenacidad de aquella hormiga que, con una carga de mayor volumen que la de su cuerpo, se volvió a levantar una y otra vez en el ascenso de un escalón, hasta que, felizmente, a la treinta y seisava vez, logró superarlo, inspirara a un famoso líder que, después de una fallida contienda, le observaba, haciéndole tomar, la inspiración que recabó de ello, la determinación de reagrupar a su gente y reemprender las acciones, saliendo triunfante en las mismas.
 No existen barreras infranqueables para una mente determinada a triunfar.
 De esta casta de seres extraordinarios que han hecho de la obstinación el instrumentos de sus múltiples y continuos triunfos, era, con certeza, el Ilustre, P:. y QH:. José Antonio Páez, que en la batalla de las Queseras del Medio, solamente con ciento cincuenta y tres hombres, elegidos por él, venció a Pablo Morillo, con siete mil hombres. El Libertador, que había presenciado los sucesos, emocionado y admirado, a la vez, mediante una proclama, elogió lo ocurrido como “la mayor hazaña heroica de todos los tiempos”. Constituye un paradigma indiscutible.
 Ignacio de Loyola, en un aforismo, parafraseado, expresó: -“En tiempos menos fáciles no hay que mudar de propósito”, indicando, expresamente, que jamás debe abandonarse un proyecto a mitad de camino.
 La inmutabilidad en la realización de los objetivos identifica a los triunfadores, en los tres reinos de la naturaleza.
 Esa planta que habiendo sido pisada, se vuelve a erguir, demuestra una voluntad férrea de vivir con dignidad.
 El águila que, al llegar a una edad intermedia,  debe tomar la difícil decisión de desprenderse de su pico y plumaje, en un proceso nada fácil de renovación que dura ciento cincuenta días; muchas la toman; otras no. Quien decide hacerlo,  con renovada fortaleza vive los siguientes 35 años. 
 Michele Isgró Scibilia, solía decir: -“Cuando el mundo parece que se acaba, comienza de nuevo”-.
 En la obstinación reside uno de los mayores secretos del éxito; en el momento de negarse en abandonar, persistiendo impasible en dirección de la meta, en ese mismo instante se activan los poderes creadores de la mente y se comienza a tomar el  control de las propias fuerzas y de las circunstancias exteriores; oportunamente, se gestan los resultados.
 Obstinación, es una hermosa palabra que encierra en sí misma un mundo de creación y objetivos felizmente realizados o en camino de serlo, sobre todo si lo justo rige la intención.
 Imaginemos a la tenaz y victoriosa hormiga, exhortar a sus congéneres, diciéndole:-“Conquistad vuestras metas con calma imperturbable, impasibilidad, serenidad y paciencia, haciendo uso de de los dos mayores poderes existentes: el amor y la obstinación triunfante. ¡Triunfad, ahora y siempre!”-.
 La tenacidad de un jardinero que siembra las semillas, las riega con dedicación y amor, hasta que un día contempla extasiado a las hermosas y radiantes flores; parecieran sonreírles agradecidas.
 La fábula del rosal, de Niko Kazantzakis, encierra una hermosa moraleja: -“Un día, las ortigas pidieron al rosal: -Señor rosal, ¿no quieres enseñarnos a nosotras también tu secreto? ¿Cómo te ingenias para hacer las rosas? Y el rosal respondió: -Hermanas ortigas, mi secreto es muy simple. Durante todo el invierno, con paciencia, confianza y amor yo trabajo la tierra y solo tengo una cosa en mi mente, la rosa. Las lluvias me azotan, los vientos me deshojan, las nieves me cubren, pero yo solo una cosa tengo en mi mente, la rosa. Éste es mi secreto, hermanas ortigas”-.

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FILIPPO CONTI


FILIPPO CONTI
Escrito: 16-02-2011

©GIUSEPPE ISGRÓ C.

Hace algunos años, tuve la ocasión de escribir un ensayo intitulado “MORALEJAS”, que incluía diversas enseñanzas derivadas del trato con personas que habían tenido alguna significación en la vida del autor. Una de ellas, es la que estaba plasmada en el aforismo: -“Maestro a ojos no vale un hinojo”, de Filippo Conti.
 Filippo Conti, era un romano de la séptima generación, algo que, para todo oriundo de la Ciudad Eterna , es significativo, y un honor, además. Así lo expresó la esposa del maestro Alirio Díaz, la señora Lina, en la salida de un concierto de guitarra, que su ilustre esposo daba, esa noche, en la ciudad de Puerto La Cruz. Ella era, también, de la séptima generación de romanos y esto salió a relucir en la conversación que, tuvimos, en compañía de Filippo y mientras esperábamos a Don Alirio, -uno de los máximos guitarristas del planeta y discípulo de Andrés Segovia-, quien, amablemente, nos autografió un manifiesto.
 Corría el año 1964, el papá de aquél joven, Don Michele, con visión preclara le había sugerido que aprendiese el oficio de mecánico; le dijo: -“Veo, a todos los que se dedican a esta actividad, que llevan una excelente calidad de vida”. Luego, agregó: -“Búscate el mejor taller de la ciudad, habla con el propietario, o gerente, y dile que tú quieres aprender el arte y que no deseas que te paguen nada”. Así lo hizo el chaval, quien, de noche, por aquel entonces, estaba cursando el sexto grado de la escuela primaria. Tenía apenas cuatro años que había llegado de Italia.
 Después de dar una vuelta, a pies, por la ciudad, observando todos los talleres existentes, se paró frente a uno que le pareció el mejor de todos. Se armó de valor, entró, preguntando por el dueño; salió, para atenderle, un italiano, de mediana edad, a quien le impone del motivo de su visita. Después de lo cual, Don Filippo Conti, que así se llamaba,  le atiende como si el joven fuese un personaje importante. Le enseña el taller y los modernos equipos de que estaba dotado, y le menciona que ellos les podrían enviar a la General Motors para hacer  los cursos de desarrollo profesional, directamente en la fábrica. A José, que era el nombre del chaval, con el pasar del tiempo, siempre le pareció que, en aquella ocasión, la atención que Don Filippo le brindó, iba más allá de lo normal. Le hace énfasis en que le presentaría al Sr. José Bala, uno de los socios, cosa que efectivamente hizo, algunos días después. De José Bala, el ensayo “Moralejas”, contiene, también, el siguiente aforismo: -“Es preciso ir, por la vida, bajito,… bajito,… haciendo gala del sentido de la humildad”. Pese a su enorme éxito comercial, era una persona de un trato afable y sencillo. Siempre le he considerado como uno de los mejores prototipos de comerciantes.
 A la mañana siguiente, José comenzó sus labores de aprendiz en el Taller Revesa, que así era su nombre, en la Avenida Bolívar de Puerto La Cruz , donde estaría durante 18 meses. A mediodía, don Filippo le daba la cola, a José, hasta su casa de la calle Freites, durante cuyos minutos, siempre la conversación giraba en torno a las lecturas que ambos hacían. Por aquel entonces, estaban de moda los libros de Lobsang Rampa, de quien Don Filippo había leído: -Mi vida con el Lama; El tercer Ojo; el Médico del Tíbet; La caverna de los Antepasados; Usted y la Eternidad ; entre otros, y comentaba los tópicos que les eran inherentes.
 A su vez, José, era lector de las obras de Allan Kardec, habiendo leído, ya, El libro de los Espíritus, El Evangelio según el Espiritismo, Cielo e Infierno y Génesis; las de Joaquín Trincado, Amalia Domingo Soler, algunas de Camilo Flamarión y León Denis; y un clásico, hoy en día difícil de encontrar, intitulado “Roma y El Evangelio”, de José Amigo y Pellicer. La biografía de Aristóteles, de Jaeger, le había puesto en contacto con la cultura clásica griega, y le apasionaban los libros: Las fuerzas Morales y El hombre Mediocre, de José Ingeniero, La Incógnita del Hombre y La Conducta en la Vida , de Alexis Carrel, Valores Humanos, de Arturo Uslar Pietri, y una biografía de Benjamín Franklin, que tanta influencia ejerciera en él, entre otros. Durante el año y medio que tuvieron la oportunidad, en los veinte minutos que duraba el trayecto, de intercambiar ideas y estrechar una larga amistad, analizaron gran variedad de temas. Filippo era un gran entusiasta de ese tipo de literatura, y el joven no se quedaba atrás. Evidentemente, la afinidad de ideas era la señal inequívoca por la cual se puede justificar el trato inicial de Filippo hacia el joven y la perdurable amistad que le unió a partir de entonces.
 Cuando José vio que ni en el Taller, ni en la mecánica, estaba su vocación, le comunicó a Don Filippo su decisión de retirarse, cosa que, efectivamente, así hizo. Dio comienzo a sus estudios nocturnos de bachillerato, y buscó un trabajo que se lo permitiese, cosa que, después de varios ensayos, logró.
 Cuando en el año 1969, José entra como Agente General en una Agencia de Seguros, en la Gran Parada , de Puerto La Cruz , al frente de la cual estuvo ocho años, transformándola en una de las de mayor producción, a nivel nacional, de dicha compañía, sus conocimientos de la mecánica les sirvieron de gran manera, a la hora de aprobar los incontables presupuestos de reparaciones, que, en ese lapso, estuvieron bajo su responsabilidad. Allí se ve como la vida va llevando, a cada quien, por las diversas etapas de aprendizaje, de manera escalonada, que, en un momento dado, precisará.
 A través de los años, José siguió estrechando su amistad con Don Filippo, con el Sr. José Bala, y con Don Eugenio, que era el otro socio, de aquella gran empresa, de nombre Auto Supplay. Una época de oro formada por una constelación de grandes empresarios, entre nativos, españoles, portugueses, árabes, italianos, y de otras nacionalidades, que le dio un sello especial a la dinámica ciudad de Puerto La Cruz. La lista es demasiado extensa para reseñarlos aquí, pero mencionamos algunos que nos vienen a la mente: Los hnos. Médico, los hnos. Licursi,los hnos. Sebastiano y Giovanni Domingo, el Sr. Zannetti, el Sr. Giuseppe Tetti, el Sr. Pascual Cirigliano y familia, el Sr. Pascual Capobianco, el Sr. J.J.Pérez Alemán, el Sr. Gino Giannone, los hnos. Mannela, los hnos. Giannone, el Sr. Lesparda, el Sr. Mario Di Mella, el Sr. Eugenio Sol, el Sr. Salvador Basile, el Sr. Leonardo Cavallaro, el Dr. Adolfo Silva, el Sr. Celso Ramos, el Sr. Lander, de Café El Inca, el Sanin, de Café Caballo Rojo, El Sr. José Despille, de Comercial Puerto La Cruz , el Sr. Giulio Paladino, el Sr. Abel Resende, el Sr. Manuel Pereira, el Sr. Antonio Agosta, los hnos Donatelli, el Sr. Angelo De Marta, Giovanni Di Nunzio, Roberto Piera, Domenico Romano,  Jesús Alvarado, fundador de El Diario El Tiempo, Jesús Antonio –Totoño- Lara, un comunicador social de lujo, e incontables más. Todos escribieron una historia llena de grandes éxitos. Son personajes paradigmáticos para las nuevas generaciones y esperan su Plutarco, para que escriba sus vidas.
 Don Filippo, con el tiempo, incursionaría en la Masonería Universal , en la Orden Rosacruz , y durante un largo período, integró el grupo de investigadores del INSTITUTO DE INVESTIACIONES BIOPSÍQUICAS, que llevó a cabo, con un selecto número de personas, entre quienes se encontraba Saverio Bellomo, Mercedes Quiaro, Aura Rojas, el profesor Ignacio Tobía Hueto, Nicolás Fermín, Don Peppino, la Sra. Violeta , y quien esto escribe, de manera constante, empero, habían, también, participantes esporádicos, entre ellos Adolfo Brandani, realizando, repetimos, importantes experimentaciones en el campo de la Parapsicología , la Radiestesia , y otras búsquedas filosóficas, históricas, de auto-superación y desarrollo personal. Es decir, hasta una edad avanzada, fue un incansable buscador de la verdad universal.
 Cuando hace un par de años, el autor de este artículo le visitó, Don Filippo le expresó, recordando aquellas épocas pasadas, en que compartieron incontables y variadas actividades de estudio: -“¡Qué bellos tiempos aquellos!”. Él recordaba, también, con emoción, que no hacía mucho, le había visitado su gran amigo, Eugenio, un relevante hombre de negocios, de la zona, con su esposa. Allí se ve, como en los momentos de soledad, en edad avanzada, la visita de un viejo amigo, es apreciada en grado superlativo.
 Hace algunos meses, Don Filippo Conti, pasó a mejor vida, en el Oriente Eterno, noticia ésta que le dio, recientemente, la Sra. Paula , quien fuera su esposa, en una fase de su vida. Don Filippo tuvo dos hijos, Massimo, que vive en Roma, y Leonardo, ambos de excelente trayectoria personal y profesional. Sirva esta breve reseña, como homenaje a un amigo que hiciera de Venezuela su patria, y que, en un momento dado, le aportara una lección, inolvidable, de vida, diciéndole: -“Maestro a ojos no vale un hinojo”. Esto significa, que la vida debe ser vivida con una planificación adecuada, a corto, mediano y largo plazo, sopesando las consecuencias de los propios pensamientos, sentimientos, palabras y actos, y conduciendo, cada paso, en dirección de los objetivos previamente establecidos, por escrito, como metas existenciales, que permitan el logro de los mejores y más satisfactorios resultados que sean factibles de ser alcanzados, en armonía con los valores universales.
 La excelencia, la calidad humana, la amistad, la honradez, el honor, la seriedad, la superación constante, el trabajo asiduo, el libre pensamiento, el buen gusto y la dignidad personal, fueron valores que denotan una vida virtuosa y un modelo para emular.
 Adelante.


LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR


LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR
11-08-1995.

©Giuseppe Isgró C.

Bolívar, es uno de los genios más grandes que ha dado la humanidad, al lado de líderes políticos, militares y espirituales, como Solón, Creso, Shakyamuni, Pericles, Felipe de Macedonia, Demóstenes,  Alejandro Magno, Julio Cesar, Cicerón, Jesús, Marco Aurelio, Lincoln, Napoleón, José Martí, Gandhi, entre otros. Al igual que filósofos, científicos, artistas, escritores, educadores, etcétera, como Homero, Hesiodo, Confucio, Séneca, Plutarco, Rousseau, Benjamín Franklin, Allan Kardec, etcétera.
¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con éxito, la gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le asignaron en el escenario del Continente Suramericano y mundial?
¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan admirable y coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y proyectos siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la realidad?
Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez, hizo lo posible: La Independencia Latinoamericana.
Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y posibilidades para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de los grandes valores universales del espíritu.
Bolívar nació en una familia de elevada condición socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo, erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19 tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales, artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas, de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.
Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de los ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de elevada cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con nivel cultural superior a las de la Europa de entonces.
Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta los tres años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su personalidad, con efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta, disciplinada y excelente administradora, por lo cual, su contacto con ella, hasta los nueve años, modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran hombre, con los valores éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente a la vida, tan propios de una familia que, por generaciones, jugó un rol de preponderancia en la sociedad caraqueña.
El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó, y Matea, con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en comunicación con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones de amor y bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa dimensión, en el futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo  en contacto, independientemente de su condición social.
Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a la vida, permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.
Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en el tiempo, se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza, contador y cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus ratos libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones de primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en calidad de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando Vides, el mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años, acompañado de su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de 1788, de su casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras, escritura y aritmética.
Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia, pedagogo erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran cultura, le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de Roma, y de los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco de Paula Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y científico, a partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de quien se hablará en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más avanzado, en: Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le acondicionó, en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas exclusivamente para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños y jóvenes. Un principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es necesario orden y método para ensañar con claridad”.

-II-

El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los ocho y los doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés Bello, fue el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la legendaria aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules Manzini, en su famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título: -“Bolívar y la Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta 1851”, la cual, modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran número de biógrafos que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón Rodríguez era un excelente maestro.
Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados educativos de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza, la cual lo acompañará toda su larga vida.
Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de primeras letras, lengua castellana y latina, aritmética e historia, por recíproca elección espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras el maestro era amanuense en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y Blanco, un gran amor al estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho y constantemente, constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos conocimientos, firmes convicciones y poderoso entusiasmo.
Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia social y escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda concentración y reflexión constante.
Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el orden y afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.
El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo Esteban, que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para que me compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados por requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones sobre el Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas; Arte de Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas, de Don José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el conocimiento de las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y Elementos de Álgebra; Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da una idea de su interés por el estudio y la actualización profesional constante.
Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de Primeras Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo cual, su actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo parcial, educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.
Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para actuar con aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro, enseña divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo; leyéndole rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos ilustrativos, estimulantes y formativos.
Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado, respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas en su personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que las circunstancias precisaban.
Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del derecho natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia reputación depende el crédito.
Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es respetable, porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo porque sabe que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que reúne, de ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra a veces, es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”
Otras de las máximas del maestro, son:
1.    –“Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.
2.    –“Pedir lo necesario, es el derecho natural; pedir lo que es debido, derecho civil; interesarse por el prójimo, benevolencia”-.
Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber es fuente certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de sus metas.
Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace profesión de influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.
Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su experiencia como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de instrucción:
1.    –“Social, para hacer una Nación prudente”-.
2.    Corporal, para hacerla fuerte”-.
3.    Técnica, para hacerla experta”-.
4.    Y, “científica, para hacerla pensadora”-.
Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a comprender los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo cual, se convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que ha dado la humanidad.
Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre el discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París, durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.
En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la formación de Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales que tuvo Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.

-III-

El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se embarca para España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.
Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas Paralelas, de Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban, queriéndolo preparar para la carrera diplomática, le pone al frente de profesores de lengua francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile, esgrima y equitación, durante aproximadamente un año.
Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el sabio Marqués de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete sabios de Grecia. Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.
El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas personales y había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y filosófica. Francisco de Miranda que le conoció en 1778, se expresó elogiosamente de él, por: -“sus profundos conocimientos en las ciencias morales y políticas y por sus virtudes públicas y privadas pocos comunes”-.
Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y estimuló el desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía, estudió con profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos, filosofía, literatura e historia.
Profundizó el estudio de los autores clásicos de la antigüedad, entre ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y Las Leyes; Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La Política; Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos, Sobre las leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera; Séneca y sus Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores como Herodoto y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso; Diógenes Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y su Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la Vida de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación; Julio César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será su libro de cabecera durante sus futuras campañas.
Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes y sus Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La Ilíada y La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La Eneida y Las Bucólicas.
Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri, el poeta de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina Comedia; Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de Luis XIV y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la Educación, Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.;  John Lock: Ensayo sobre el Gobierno Civil y el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar que la influencia de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años más tarde, en las dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la de Bolivia.
Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva Atlántida; de Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el comercio y el gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos de Química; de Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach: Sistemas de la naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano entendimiento; de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El Espíritu de las Leyes; de Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales, generales y particulares y Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra ésta que Bolívar estimaba mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don Quijote; de Garcilaso de la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida del Inca; de Bartolomé de Las Casas, Breve relación de la destrucción de India y su Vida de Cristóbal Colón.
Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin, Berthot; Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la Historia de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a su hijo. Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.
La enumeración que precede refleja las principales obras de los autores citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas, de que Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor profundidad; que otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en épocas futuras, y cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus conversaciones, tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales con quienes entró en contacto.
Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el Marqués de Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar comenzó a amar las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas y a conversar con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el hábito que lo mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.
El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran Estadista que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural que tanta confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y certeros, en cada una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se efectuaban reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio de ideas, en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar sus horizontes culturales y su visión de líder continental.
Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de Bolívar, se descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos importantes de su trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”, en el cual obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la independencia, -realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa patriótica, se inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en épocas de peligro para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.
La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino Fernando, -que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de lectura obligada para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de Aristóteles y de Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación musical, -sugiriendo que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una predisposición especial para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento aristotélico al respecto y del segundo, en lo referente al estudio de la historia, debiéndola estudiar comenzando desde la más reciente hasta remontarse,  gradualmente, a la más antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas. En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la biografía al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los detalles edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.
Adelante.


Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II) 04/08/1995; y III) 11/08/1995.