jueves, 6 de marzo de 2014

LLAVES DEL UNIVERSO





LLAVES DEL UNIVERSO

©GIUSEPPE ISGRÓ C.
Puerto La Cruz, Venezuela, 1970.


Mirando retrospectivamente en la historia humana, observamos el recorrido glorioso del ser humano desde la rudimentaria vida hasta los más recientes avances tecno-científicos, que ha hecho posible, incluso, que nuestro satélite, la luna, recibiera al visitante hombre de la tierra en su seno silencioso.
Meditar sobre ese largo recorrido del hombre, en los más arduos problemas de su evolución, significa descubrir mundos nuevos, sobre todo, en lo referente a su fuerza creativa.
Al observar que somos testigos de los acontecimientos más extraordinarios de la historia humana, podemos, emocionados, exclamar: -“Debo estar profundamente contento de vivir en los momentos actuales y ser participe de toda esta grandeza”.
Realmente, precisamos regocijarnos de vivir en esta época del progreso humano. ¿Qué importa si debemos afrontar obstáculos, si ellos, precisamente, impulsan nuestra evolución y comprensión del Universo que nos rodea, y si, sobre todo, esa comprensión nos ayudará a mejor reestructurar el mundo en que vivimos?
Ahora, cuando el hombre ha profundizado enormemente en las incógnitas de la materia, cuando ya puede dirigir su potencialidad atómica y hablarse de la Era Espacial, en la que el hombre se observa unificado con sus hermanos de otros mundos, surge un campo todavía, quizá, más extraordinario e interesante, el de lo Psíquico, es decir, de las facultades psíquicas o mentales del ser humano.
A lo largo de la historia humana, observamos que todo el progreso ha sido fruto de la mente del hombre, de su inteligencia, de su imaginación o fuerza creativa.
Pero, esa fuerza creativa del hombre no pertenece al mundo físico u objetivo, proviene de la mente psiconsciente, de lo psíquico, pertenece al dominio de la psiquis humana, es decir, al espíritu.
Mientras el hombre, por medio de sus capacidades profundizaba en los conocimientos de las ciencias físicas, usaba y usa, sin darse cuenta, sus facultades psíquicas: su intuición, su imaginación, la inspiración, etcétera.
Ha utilizado, sin darse cuenta, otras facultades psíquicas, sin conocerlas tal como hoy nuestros ingenieros dirigen la energía eléctrica, la utilizan, pero desconocen lo que en sí es la electricidad, su causa u origen.
El siglo XX es grandioso en sus múltiples aportes al progreso humano. Es una etapa clave en el desarrollo histórico de la tierra.
El hombre, después de haber saturado –hasta cierto grado-  sus conocimientos físicos del Universo, sin temor alguno aborda la naturaleza metafísica del ser humano.
Es ahora cuando el hombre realmente inicia su entrada en el camino que conduce al estudio y comprensión de aquella máxima inscrita en la entrada del Templo de Apolo, en Delfos, Grecia, la cual dice: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio del hombre no es conocer a Dios sino conocerse a sí mismo”, -debida a Quilón, el Lacedemonio. Empero, es preciso agregar: Quien se conoce a sí mismo, conoce a Dios.
La verdadera filosofía no inventa nada; sólo percibe y describe lo que hay. Aquí cabe una pregunta. -¿Qué y cuáles son las llaves del Universo –o algunas de ellas. de esencial conocimiento?
Los conocimientos que puede aprehender un hombre son infinitos –en el eterno presente- y toda existencia física es insuficiente para clasificarlos todos y reducirlos a lo utilizable. Empero, en la percepción de lo que puede y debe hacerse, todos los conocimientos que se poseen y los que vengan después, servirán adecuadamente al objetivo que el ser humano busca realizar.
Las preguntas múltiples que se canalizan en las mentes de todos, son: 1) ¿De dónde venimos? 2) ¿Por qué estamos aquí? y 3) ¿Hacia dónde vamos?
Pero, quizá, nos inquiete más que el pasado y origen de nuestra vida, el presente, muchas veces poco claro, y el futuro, imbuido de cierta incertidumbre. ¿Por qué? ¿A qué razón atribuir, de repente, sin saber por qué, nos encontramos envueltos en medio de las luchas de la vida? Estamos aquí; pero, queremos saber el porqué.
Recuerdo como, muchas veces, de niño, pensaba, dentro de mí: -“Yo nací en mi pueblo, de mi padre y de mi madre, pero si en vez de haber nacido allí, lo hubiese hecho en otra parte, y de padres diferentes, ¿sería yo mismo? ¿Pensaría igual? A estas reflexiones se le puede o no encontrar sentido, según el enfoque que se le dé.
Pero lo cierto es, que ustedes y yo, cada uno de nosotros tenemos una personalidad diferente, individualmente hablando, con capacidades particulares y disímiles entre unos y otros. ¿A qué se debe eso?
Vivimos en un mundo donde la actividad por la vida es una de las actividades fundamentales del hombre. Nos adaptamos al medio ambiente, trabajamos por aquellas cosas por las cuales sentimos inclinación, o somos capaces de concebir. Y, al llegar a esto, literalmente encontramos la primera llave del Universo: CONCEBIR IDEALES, INTUIR IDEAS. La intuición –conciencia perceptiva- es la primera y más inmediata llave del hombre en su relación con el Universo en que vive.
¿Qué es la intuición? ¿Cómo funciona? ¿Se puede desarrollar? ¿Por qué el ser humano sabe cosas sin saber cómo ni por qué las conoce? Estas preguntas ameritan un ulterior desarrollo. (Ver nuestro artículo: EL PODER DE LA INTUICIÓN, el el Blog Verdad Universal.)
El hombre concibe una idea, la cual visualiza y luego trata de materializarla. Pero, en su intento de plasmar objetivamente su idea, debe analizar dónde, cuándo y cómo hacerlo. Debe discernir, entonces encontramos una segunda llave: EL DISCERNIMIENTO ES LA SEGUNDA LLAVE DEL UNIVERSO.
¿Qué es el discernimiento? ¿Cómo funciona? ¿Qué es la lógica inductiva y deductiva? ¿Cómo funciona el proceso de toma de decisiones para elegir entre dos o más alternativas en forma efectiva? También estos particulares ameritan ulteriores desarrollos. (Ver nuestro libro: Cómo desarrollar la Auto-Maestría, en el Blog Verdad Universal.)
Empero, mientras el hombre discierne su idea, su ideal, descubre y comprende más el plan de su existencia, el cual para llevarlo a realización requiere de una constancia y tenacidad sin límites, que sólo el entusiasmo y el pensamiento positivo constante pueden dar.
Así llegamos a la tercera llave: EL PENSAMIENTO POSITIVO. Aquí nos detenemos un poco más. Este es el punto clave: El pensamiento positivo.
El pensamiento positivo posee dos corrientes o clases de energías,  fuerzas o polaridades, las cuales denominamos positiva y negativa. Al analizar el efecto de cada una de ellas, en el ser humano, encontramos que: La segunda, la corriente de pensamiento negativo, determina, en el individuo, todas las condiciones negativas que es deseable evitar, hasta, incluso, mencionarlas.  Conduce a las personas a ver el lado menos luminoso de las cosas. ¿Por qué decir que la botella está medio vacía y no medio llena? O, bien: Nos falta la mitad de camino, en vez de: hemos hecho la mitad del camino.
El pensamiento positivo engendra optimismo, alegría y sosiego, aún en las más duras luchas. Basta recordar aquel poema de mi inspiración, donde se dice:

Noberto,
aquel de pensamiento negativo
que en todo esbozaba pesimismo,
contemplando un arbusto de rosas encendidas, exclamó:
-Tan pésima será la vida,
que hasta las más hermosas flores,
poseen horrendas espinas.
En cambio Gonzalo,
ese de pensamiento positivo,
que las leyes de la vida comprendía,
contemplando el mismo arbusto de rosas encendidas,
cual poeta emocionado exclama:
-¡Que bella es la vida,
que hasta las más horrendas espinas
poseen hermosas flores!.

La mente humana tiene múltiples recursos, los cuales las ciencias psíquicas, así como la actual parapsicología están divulgando. Estos recursos o facultades se conocen con los nombres de: Visión psíquica, viajes astrales o desdoblamiento, clari-audición, telepatía, psicoquinesia, telequinesia, xenoglosia, etcétera. Además de la concentración, la visualización, la meditación, la inspiración, la intuición, los sueños premonitorios, etcétera.
Aún cuando las más al alcance general son: la intuición, -y la inspiración- el discernimiento y el pensamiento positivo, -conjuntamente con la concentración, la meditación y la visualización- lo cierto es que en forma inmediata se requiere una reeducación integral del ser humano.
Avocar al hombre al estudio de sí mismo, es necesidad imperante. Trazase, cada quien, un plan de estudio diario. Ya sobre este tema mucho se ha divulgado. Personalmente, sobre el particular tengo escrito un pequeño trabajo intitulado: ¿Por qué necesitamos leer una hora diaria?
El cerebro humano, asiento físico de la mente pensante, o psiquis humana, está constituido por células llamadas neuronas, las cuales poseemos en número de 8.000 millones según algunos y 80.000 millones según otros. Estas neuronas constituyen los diferentes centros psíquicos-direccionales del hombre, objetivamente hablando.
Por ejemplo, un hombre físicamente débil, incapaz de resistir una caminata corta, puede en un momento de peligro, echar a correr velozmente, con velocidad casi increíble dada su constitución física.
¿Qué ha ocurrido allí, que aún atrofiados parcialmente los músculos, el organismo humano alberga en estado latente energía que, obligado por las circunstancias, el psiconsciente es capaz de utilizarla, accionando, inconscientemente, una actividad extraordinaria?
Por supuesto, un atleta entrenado utilizaría conscientemente esa misma energía, dado sus capacidades físicas, al correr voluntariamente bien sea por peligro o por desearlo simplemente.
En igual manera, esto mismo acontece con la mente no entrenada o no ejercitada, solamente utiliza sus capacidades en su expresión mínima. Sólo en ciertas circunstancias es posible realizar experiencias extra-sensoriales en forma inconsciente.
Uno de los recursos para mantener activas las células cerebrales y dinamizar de esta manera a la mente es llevando a cabo un período de lectura no menor de una hora diaria. Pero, además de esto, se requiere encausar esas lecturas hacia un mayor conocimiento de sí mismo, de las leyes del Universo, las cuales rigen al ser, cuyo conocimiento es la llave mágica que abre las puertas de la comprensión de sí y del Universo.

Nota: Se ha trascrito el presente trabajo de un manuscrito que se encontraba entre mis papeles, el cual es con toda probabilidad escribí en los años 70, del siglo XX.






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