PERDONAR PARA LIBERARSE
©Giuseppe Isgró C.
Olvida la felicidad perdida;
disfruta de la que aún queda; expresa, sabiamente, un aforismo del Libro de las
Mutaciones, -el I Ching-.
Por qué reaccionar con violencia, si
del mal recibido vendrán compensaciones y del hecho se deberán pagar sus
consecuencias?
En cierta ocasión, el rey Felipe de
Macedonia, fue tratado con insolencia por un miembro de la comisión griega. Al
solicitarle, el público presente, que lo castigara, él contestó: -“Quien se
insolenta de esa manera se demuestra inferior al ofendido y el que, pudiendo
castigar, perdona, superior al ofensor”-.
Las personas que dejan de vaciarse
de sentimientos afectados por la acción ajena impiden que la copa de la vida se
llene de la felicidad que aún queda por disfrutar.
El poder del perdón es una ley
universal poderosa que proporciona resultados. Hay que perdonar mentalmente a
quienes de una u otra forma han proporcionado perjuicio, -tomando todas las
precauciones para que, si te abofetearon una mejilla, de alejar lo suficiente
la otra, para evitar que le ocurra lo mismo, salvo aquellos casos en que,
siguiendo las enseñanzas del Maestro del Amor, Jesús de Nazareth-, poner la
otra mejilla constituya la mejor lección moral que pueda impartirse, cuyo acto
de valentía, y fortaleza, lleva a tomar pleno dominio de la situación. De esta
manera, se permite que la Ley
de Compensación actúe. (O, la humana, si tal es el caso).
Enviar pensamientos de luz, amor,
amistad, perdón y comprensión a personas con mentes poco abiertas genera resultados
prodigiosos a la vez que se crea un círculo protector que mantiene inmune, a la
persona que los emite, de ondas mentales menos positivas.
Hay que permanecer mentalmente libre
y la ley del perdón ayuda a hacerlo. La única manera de liberarse es liberando.
El acto de perdonar,
independientemente de cual haya sido la falta, -como disciplina mental o
filosofía de vida-, a veces cuesta aceptarlo, empero, ayuda a ver las nuevas
puertas que se abren donde se cerró una. Es la ley de compensación que actúa si
se deja de obstaculizar su curso.
El perdón aporta descanso, paz,
tranquilidad, salud, armonía, luz, amor, abundancia de dones, felicidad y, lo
más importante, permite estar en paz con la propia conciencia, juez severo e
inflexible.
Aplicando el perdón, por una ley
cósmica, se obliga a ser perdonado, a su vez, por cuanto, la ley de
compensación actúa libremente, nivelando las situaciones de la mejor manera
posible.
Por último, recuerda
auto-perdonarte. Eres mejor de lo que crees!
*
*
Un aforismo de Joaquín Trincado,
expresa: -“Si odias, tendrá que amar”-.
Esa es la razón por la cual se
observa en el seno de muchas familias que existe entre algunos miembros una
mayor afinidad o acercamiento que en otros. En unos se han cultivado los lazos
de afinidad o afecto más que en otros, empero, un cierto número de existencias
de convivencia en el seno de la misma familia va fortaleciendo los afectos y la
armonía.
Por lo cual, si existe alguna
persona que pueda causarte desasosiego, es mejor perdonarla y dejarla en
libertad –mental y espiritualmente- ya que, alentar en contra de ella
pensamientos en desacuerdo con la armonía, es una manera de acercarla –y
mantenerla en tu radio de acción- hasta que, por la ley del perdón mutuo –o
unilateral, en primera instancia- una de las parte se libere y obliga, a la
otra, a hacerlo, simultáneamente o en forma gradual, por cuanto, la más
efectiva forma que existe para extinguir un fuego es dejando de echarle más
leñas, carbón, gas u otro combustible, que en el caso de las personas, son
pensamientos carentes de amor, tolerancia y perdón.
La ausencia del perdón constituye
una forma de rehusar el pago por la compensación que se le es debida –ya que,
la ley de compensación, auxiliar de la ley de justicia, obliga al pago,
inexorablemente-; dejar de perdonar significa tomarse la justicia en las
propias manos, lo cual es contrario a la ley cósmica, y, muchas veces, de
acreedor, podría pasarse al bando de deudor, si por ese medio se ocasiona un
daño mayor al recibido, hasta por la diferencia resultante en la respectiva
compensación, al igual que lo contempla cualquier Código Civil.
En la ley cósmica, impera la ley de
la igualdad entre las partes y todos son iguales en la ley y ante ella, por lo
cual, nadie escapa de su cumplimiento; quien debe, habrá de pagar, hoy, mañana
o en el momento oportuno.
Si todos conocieran esta normativa
universal, cada quien se cuidaría no sólo de dejar de efectuar perjuicio alguno
que tendría que pagar con sus respectivos intereses, sino que se avocaría en
hacer el mayor bien posible por cuanto de ellos devengaría las respectivas
compensaciones.
Otro de los aforismos enunciado por
Joaquín Trincado, -ligeramente parafraseado- que constituye un principio
sublime de la ley de justicia y sus respectivas auxiliares, ley de compensación
e igualdad, expresa: -“Quien provocare la
des-encarnación de alguien, con sus besos repondrá la vida que debe”-.
Significa que, quien debe una vida,
precisa darla. Esos actos de enemistad han llevado a algunas personas a la
eliminación de sus enemigos, físicamente hablando. En la siguiente existencia
habrán de nacer en el sexo femenino y con sus besos repondrán la vida a su
cargo. -Cuántos incurrirían en tales actos si conociesen la ley cósmica y la
particularidad de que, en vez de liberarse del enemigo, lo que se están haciendo
es acercarlo más por cuanto lo van a tener como hijo o hija, y recibirlo con
besos y muestras de afecto? Empero, son
numerosos los casos, en los cuales, algunas madres, una vez dado a luz a su
hijo o hija, por la misma percepción
espiritual o intuición de que se trata de un antiguo enemigo, le lleva a
incumplir su rol. Pero, es peor para ellas, ya que tendrán que limar esas
asperezas, transmutando el sentimiento de polaridad negativa en amor y reponer
la vida que deben tantas veces como sea necesario, hasta saldar la deuda
kármica.
Exonera, el perdón, de la respectiva
compensación? Es decir, si una persona perdona a otra, la deuda existente,
-quedaría sin compensación?
En línea general, toda deuda hay que
pagarla. Empero, aún aquellas deudas que una de las partes pueda exonerar de su
pago a otra, de forma generosa, prácticamente, nunca quedan sin compensación,
por cuanto, por una parte, la misma persona favorecida, compensará con crece
tal acto generoso con algún otro beneficio, como ocurre entre las personas, en
la vida normal, que se rinden, recíprocamente, y en forma generosa, pequeños o
grandes beneficios. Existe la ley de la reciprocidad y surgirán nuevas
interrelaciones que compensar –indirectamente- el acto. La ley de la vida,
compensa siempre y a veces de donde menos se espera, por cuanto, las personas
tienen acreencias y deudas con diferentes personas, y entre todas ellas, las
compensa, liberándolas recíprocamente, a todas
aquellas interrelacionadas. Es decir, A debe a B; C y D, deben a A, la
ley de compensación compensa la acreencia de B con la deuda de A, con cargo de
C y D, quedando todos ellos liberados recíprocamente y simultáneamente. Es
decir, C y D pagan a B y se liberan de A, y A, se libera de B. Es una ley
fantástica.
Este tipo de compensación, se
presenta en la vida de una persona, como esa ayuda que se recibe, muchas veces,
de donde menos se espera, y que resuelve casos a los cuales no se le veía
salida alguna; empero, la ley cósmica, desde una perspectiva más amplia y
universal, maneja los hilos de la interrelación de manera precisa y proporciona
los resultados que mejor convengan a las partes involucradas.
La ley del perdón, realmente, no
exonera el pago debido a que la ley de compensación compensa y la de justicia
obliga en igualdad de condiciones para las partes; pero, en cambio, deja en
libertad de acción a la ley cósmica, para que, por el mecanismo competente,
compense entre las partes las acreencias con las deudas y exhorte,
coercitivamente, u obligue, coactivamente, según los casos, y oportunamente, al
respectivo pago.
Esa compensación se efectúa
automáticamente, como si se tratara de una hoja de cálculo electrónica,
arrojando el saldo restante, en la suma existencial, como el saldo de una
cuenta bancaria.
Por eso, el perdón aporta una
liberación propia y ajena y deja en libertad a la ley cósmica para que actúe en
consecuencia y oportunamente, en beneficio de las partes involucradas.
Ahora bien, existen situaciones del
actual ciclo de vida que precisan el ejercicio del perdón para liberarse, bien
sea que tengamos que pedirlo como darlo.
Hay que afrontar con valentía todos
esos casos en los cuales sea preciso pedir perdón, visitando a las personas
pertinentes y expresarle, con sinceridad, las disculpas por cualquier acción
que lo requiera.
Decirle con franqueza algo así:
-“Sr., o sra., fulano o fulana de tal, hay algo que me ha tenido preocupado –o
preocupada-, y es que, en aquella oportunidad cometí un error al actuar de tal
o cual manera, y me gustaría pedirle disculpas por mi conducta y compensarle,
de alguna manera, por el perjuicio que le he ocasionado”.
Generalmente, reconocer las propias
faltas genera en la persona hacia quien se efectúa tal acto, una muestra de
simpatía, quien suele decir: -“Oh, no es nada, no te preocupes”-. En línea
general vuelve a reestablecer la armonía entre las partes o por lo menos la
buena voluntad y cesará la recriminación mental que, siempre constituye un
elemento poco favorable, al margen de que, en muchos casos, la persona
descontenta suele dañar la reputación de la persona que ha cometido la falta al
expresar comentarios pocos favorables.
En aquellos casos en que, por
cualquier circunstancias sea imposible pedir el perdón por vía personal, se
recomienda hacerlo mentalmente. Tiene efectos positivos, también.
De igual manera, en forma presencial
o mentalmente, es preciso que otorgues el perdón a todas aquellas personas que
lo requieran, como una forma de auto-liberación, con lo cual, dejas en
libertad, como fue dicho, a la ley de
compensación, para efectuar el balance respectivo. Tiene efectos positivos, por
cuanto se interrumpe una actitud mental negativo por otra positiva y es como
prender la luz, con lo cual se ilumina el propio estado de conciencia y las
nuevas imágenes positivas atraen elementos análogos a partir de entonces.
Hay acreencias y deudas que
corresponden a ciclos de vidas anteriores que constituyen los aspectos
denominados como karma, positivo, cuando se trata de acreencias; negativo
cuando se trata de deudas. Las interrelaciones entre las personas que presentan
esas relaciones de acreencias-deudas kármicas, genera unos estados de inquietud
espiritual, estados depresivos en general y en diversa intensidad, que, la
mayoría de las veces, corresponden a causas originadas en vidas anteriores y
que, en el estado de conciencia objetivo actual, es imposible conocer a quien o
a quienes pedir perdón o perdonar; por supuesto, el propio plan de vida, en el
presente ciclo existencial, contempla los casos que deben ser compensados como
misión de vida y liberarse de dichas deudas, bien sea pagando o cobrando, por
cuanto, en ambos casos mientras no se pague o cobre, cada una de las partes se
mantiene atada a la otra. Hay que liberarse cuanto antes y al costo pertinente.
Qué hacer en esos casos? Simplemente,
pedir perdón, mentalmente, a toda persona que, en cualquier tiempo pasado haya
resultado con algún perjuicio de parte nuestra y ofrecer que, de acuerdo a la
ley cósmica y en las condiciones que ella condicione y en la medida de las
propias fuerzas y recursos, se le pagará, a todo ser a quien se le deba, -lo
que sea y en la magnitud respectiva-, oportunamente, se le pagará todo lo que
se le deba, de acuerdo al orden y prioridad, respectivamente.
Ese perdón y ofrecimiento de pago,
proporciona una liberación inmediata y deja en libertad a la ley cósmica de
compensar, reciproca y oportunamente, las respectivas acreencias y deudas y
pagar la diferencia, quien la deba, en armonía con todos.
Se debe ofrecer, mentalmente, el
perdón a todo ser que lo precise, sin limitación alguna y ofrecer la
disposición de recibir el respectivo pago –y/o compensación-, de acuerdo a la
ley cósmica y en armonía con todos.
Ese tipo de actitud, la de solicitar
el perdón y la de otorgarlo, más la de ofrecer pagar y aceptar el pago, y la de
colocarse en el ámbito de la ley cósmica, facilita que las fuerzas protectoras
del universo cooperen para reestablecer la armonía entre las partes.
Empero, hay pruebas que, habiendo
elegido la persona para experimentar las mismas situaciones que hizo pasar a
otra u otras, seguirán su libre curso; pero, muchas veces, ocurre que, quien
resultó afectado o afectada, se presta a cooperar para ayudar al deudor a
superarla con éxito, naciendo, con tal acción, una verdadera relación afectiva,
restauradora del orden y la armonía entre las partes involucradas.
La ley cósmica respeta el libre
albedrío, empero, las partes están sometidas al efecto de la ley que se cumple
o deja de cumplir, asumiendo las respectivas consecuencias o disfrutando de los
beneficios equivalente.
El ejercicio del perdón es esencial
para liberarse y dejar a la ley cósmica en libertad para que lleve a cabo las
respectivas compensaciones entre las partes, en forma equitativa y justa.
Es importante destacar una de las
mayores ventajas del perdón, la cual consiste en que, conservar, en la mente,
determinada clase de resentimientos, por las razones que sean, justificadas o
no, conlleva a mantener, en la mente, imágenes análogas que fungen de imán que
ejercen fuerza de atracción de situaciones semejante –lo semejante atrae a lo
semejante- y repelen lo contrario, lo cual equivale decir, que, de no liberarse
de la carga emotiva que representan, serán un serio obstáculo a la armonía
interior, en detrimento de la propia salud física, mental y emocional, y de la
energía vital, pero, lo más importante, esas imágenes seguirán creando
situaciones semejantes que mantienen, a la persona, dentro de un círculo del
cual es deseable salir.
Por lo cual, buscando la
auto-liberación y el propio bienestar, es muy ventajoso perdonar bajo todos los
puntos de vista posibles, lo cual
constituye un escudo protector muy poderoso y se podrá conservan la serenidad,
la calma imperturbable y la impasibilidad frente a todas las circunstancias, y
sobre todo, reflejar en la cara la alegría de vivir, con lo cual se produce la
sintonía con las cosas buenas y positivas de la vida y se atraerán cosas
análogas, yendo todo cada día mejor y mejor.
Es preciso perdonar hasta por el
sano orgullo de estar por encima de las circunstancias –sea cuales fueren- para
conservar el dominio de las situaciones y permanecer en el camino, sin
desviaciones ni demoras, que habrá de conducir a la gran meta en sus múltiples
e infinitas escalas, en la espiral evolutiva.
El perdón ayuda a mantener la fuerza
vital inalterable, el sistema inmunológico cumple sus funciones protectoras de
manera perfecta y la salud física, mental y espiritual conservará su perfecto
equilibrio y, podrás disfrutar de la felicidad que la vida te tiene reservada
en el eterno presente, aquí y ahora.
Perdona y grandes ventajas llegarán
pronto a tu vida, comenzando el proceso en el mismo instante de tomar la
decisión de otorgar el perdón, o de pedirlo.
Adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario