ROMPER LAS
CADENAS DE LA VIOLENCIA
©GIUSEPPE
ISGRÓ C.
Puerto La
Cruz, Venezuela,
23 de junio
de 1970.
La sociedad
actual, en su estructura fisiológica, presenta conflictos, trastornos propios
de inobservancia de las leyes del ritmo portador de la armonía social.
De manera
general, todos observan estos conflictos fisiológicos de la sociedad, al mismo
tiempo que es influido por las consecuencias desencadenadas de los mismos. Las
causas de los trastornos sociales han sido objeto de estudio por parte de
sociólogos, psicólogos y otros que de una u otra manera se interesan por las
cuestiones sociales.
En realidad,
todos los seres humanos son presa de los desequilibrios sociales. Esto motiva
que cada ciudadano del mundo, afectado en mayor o menor grado por los
desequilibrios fisiológicos sociales, contribuya a la eliminación de la causa
que origina esa afectación.
Es necesario
recordar que todos somos piezas de un mismo tablero que se llama sociedad. Que
al estar dañada una parte, se originan desperfectos que repercuten en el
funcionamiento general del tablero, en este caso la sociedad.
Entonces, es
natural si en nosotros, seres humanos inteligentes y de elevada capacidad,
repercute el estado de la sociedad, deberíamos sentir deseos y necesidad de
contribuir para una mejor estructuración social-humana.
Seguramente,
el medio más asequible e inmediato de aportar efectiva colaboración que mejorar
pueda a nuestra sociedad, sea la de mejorarse cultural, y vocacionalmente, cada
individuo a sí mismo.
En efecto,
la mejor contribución para una reestructuración social, es la posesión del
ideal de superación socio-cultural, practicado individual y colectivamente. Si
cada ciudadano activa sus facultades intelectuales, gesta, paralelamente, un
mundo del cual serán borrados grandes males que hoy avergüenzan en el reflejo
de las personalidades. La sociedad de la época actual, está en condiciones de
labrarse un porvenir más acorde con la condición de su naturaleza.
Muchos de
los males sociales, consecuencia de una violencia desenfrenada, inculcada por
fuerza desconocida pero activa, orientada por ciertos “creados intereses”, tal
como ha acontecido en épocas pretéritas, los cuales, según se evidencia, son la
causa máxima del desequilibrio fisiológico de las sociedades.
Profundizando
un poco, se encontrarían intereses creados de índole político, religioso, económico,
etcétera, pero no es nuestro objeto, aquí, de ocuparnos de ellos, sino hacer
resaltar las consecuencias generales efectivas y vislumbrar normas de conducta
que ejerciéndolas aporten bienestar para cada uno de los factores sociales.
No es
evitando enfrentarnos a los males sociales la mejor manera de escapar de ellos,
sino enfrentarlos, combatirlos. Muchos males residen en nosotros mismos, es
preciso extirparlos hasta la raíz. Oponer, en todo caso, como escudo, la
condición que se desea establecer.
No es
tratando de vaciar la oscuridad como se ilumina una habitación, sino abriendo
la ventana para que entre la luz. Apliquen los hombres este axioma y gran
cantidad de oscuridad humana será reemplazada por la refulgente luz de la
evolución y de la cultura.
Mejorándose
cultural y psíquicamente cada factor social se creará la condición apropiada
para desplazar los males sociales. La ignorancia y la aberración motivan los
desequilibrios sociales.
Que cada
individuo sea más exigente en cuanto a las cuestiones culturales y se observará
como mejoran los sistemas educacionales, la calidad del enseñante, y la
calidad, también, de los programas de televisión, radio, prensa, etcétera,
todos los cuales desarrollan una gran misión social en la orientación y
formación social-humana.
Es necesario
fomentar los valores humanos que en el pueblo existen. Se debe comprender que
el ser humano tiende a imitar psicológicamente las cualidades de los personajes
que él observa en sus programas favoritos. Se deberían evitar los programas de
violencia. Es de importancia fundamental estimular las cualidades superiores
del hombre.
Es
imprescindible conocer la naturaleza sutil que latente yace en el ser. El
hombre ha de conocer su misión social y desarrollarla, ejercitando sus propias
fuerzas constructivas. Construir una sociedad armónica en la cual sus miembros
puedan observar el ritmo de las leyes naturales, mediante las cuales se puedan
normalizar los desequilibrios socio-humanos.
El hombre
debería controlar su psiquismo y estimular las fuerzas positivas del
pensamiento, única manera de Romper las Cadenas de la Violencia.
Publicado
en el Diario La Prensa, de Puerto La Cruz, Venezuela, el día 23 de junio de
1970, con el pseudónimo: Giuseppe Tarota, usado en cierto número de artículos
de prensa, en ese año.
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