jueves, 6 de marzo de 2014

ROMPER LAS CADENAS DE LA VIOLENCIA


ROMPER LAS CADENAS DE LA VIOLENCIA

©GIUSEPPE ISGRÓ C.
Puerto La Cruz, Venezuela,
23 de junio de 1970.

La sociedad actual, en su estructura fisiológica, presenta conflictos, trastornos propios de inobservancia de las leyes del ritmo portador de la armonía social.
De manera general, todos observan estos conflictos fisiológicos de la sociedad, al mismo tiempo que es influido por las consecuencias desencadenadas de los mismos. Las causas de los trastornos sociales han sido objeto de estudio por parte de sociólogos, psicólogos y otros que de una u otra manera se interesan por las cuestiones sociales.
En realidad, todos los seres humanos son presa de los desequilibrios sociales. Esto motiva que cada ciudadano del mundo, afectado en mayor o menor grado por los desequilibrios fisiológicos sociales, contribuya a la eliminación de la causa que origina esa afectación.
Es necesario recordar que todos somos piezas de un mismo tablero que se llama sociedad. Que al estar dañada una parte, se originan desperfectos que repercuten en el funcionamiento general del tablero, en este caso la sociedad.
Entonces, es natural si en nosotros, seres humanos inteligentes y de elevada capacidad, repercute el estado de la sociedad, deberíamos sentir deseos y necesidad de contribuir para una mejor estructuración social-humana.
Seguramente, el medio más asequible e inmediato de aportar efectiva colaboración que mejorar pueda a nuestra sociedad, sea la de mejorarse cultural, y vocacionalmente, cada individuo a sí mismo.
En efecto, la mejor contribución para una reestructuración social, es la posesión del ideal de superación socio-cultural, practicado individual y colectivamente. Si cada ciudadano activa sus facultades intelectuales, gesta, paralelamente, un mundo del cual serán borrados grandes males que hoy avergüenzan en el reflejo de las personalidades. La sociedad de la época actual, está en condiciones de labrarse un porvenir más acorde con la condición de su naturaleza.
Muchos de los males sociales, consecuencia de una violencia desenfrenada, inculcada por fuerza desconocida pero activa, orientada por ciertos “creados intereses”, tal como ha acontecido en épocas pretéritas, los cuales, según se evidencia, son la causa máxima del desequilibrio fisiológico de las sociedades.
Profundizando un poco, se encontrarían intereses creados de índole político, religioso, económico, etcétera, pero no es nuestro objeto, aquí, de ocuparnos de ellos, sino hacer resaltar las consecuencias generales efectivas y vislumbrar normas de conducta que ejerciéndolas aporten bienestar para cada uno de los factores sociales.
No es evitando enfrentarnos a los males sociales la mejor manera de escapar de ellos, sino enfrentarlos, combatirlos. Muchos males residen en nosotros mismos, es preciso extirparlos hasta la raíz. Oponer, en todo caso, como escudo, la condición que se desea establecer.
No es tratando de vaciar la oscuridad como se ilumina una habitación, sino abriendo la ventana para que entre la luz. Apliquen los hombres este axioma y gran cantidad de oscuridad humana será reemplazada por la refulgente luz de la evolución y de la cultura.
Mejorándose cultural y psíquicamente cada factor social se creará la condición apropiada para desplazar los males sociales. La ignorancia y la aberración motivan los desequilibrios sociales.
Que cada individuo sea más exigente en cuanto a las cuestiones culturales y se observará como mejoran los sistemas educacionales, la calidad del enseñante, y la calidad, también, de los programas de televisión, radio, prensa, etcétera, todos los cuales desarrollan una gran misión social en la orientación y formación social-humana.
Es necesario fomentar los valores humanos que en el pueblo existen. Se debe comprender que el ser humano tiende a imitar psicológicamente las cualidades de los personajes que él observa en sus programas favoritos. Se deberían evitar los programas de violencia. Es de importancia fundamental estimular las cualidades superiores del hombre.
Es imprescindible conocer la naturaleza sutil que latente yace en el ser. El hombre ha de conocer su misión social y desarrollarla, ejercitando sus propias fuerzas constructivas. Construir una sociedad armónica en la cual sus miembros puedan observar el ritmo de las leyes naturales, mediante las cuales se puedan normalizar los desequilibrios socio-humanos.
El hombre debería controlar su psiquismo y estimular las fuerzas positivas del pensamiento, única manera de Romper las Cadenas de la Violencia.

Publicado en el Diario La Prensa, de Puerto La Cruz, Venezuela, el día 23 de junio de 1970, con el pseudónimo: Giuseppe Tarota, usado en cierto número de artículos de prensa, en ese año.



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