miércoles, 26 de febrero de 2014

EL ARTE DE LA VERDADERA FELICIDAD


EL ARTE
DE LA VERDADERA FELICIDAD

©Giuseppe Isgró C.


-“El único medio de alcanzar la felicidad está, pues, en perseguir el éxito en la vida; de nada sirve perseguir directamente la felicidad, que viene por añadidura cuando la vida tiene éxito”-.
-“La persona que realiza esfuerzo para que ascienda el espíritu todo lo alto que sea posible ascender ha alcanzado el éxito en su vida, como el héroe, el místico”-.
-“Es preciso que sustituyamos la persecución de la felicidad por el perfeccionamiento del cuerpo y del espíritu. Si alcanzamos la perfección, la felicidad nos será dada por añadidura”-.
Alexis Carrel

-“… los sabios dedicarán sus laboratorios al estudio de Dios… y  de las fuerzas espirituales que apenas se han tocado….ese día, el mundo verá mayor progreso en una generación que el que ha viso en las últimas cuatro”-.
Charles Steinmetz

-La felicidad está en el amor, en la sabiduría, en la justicia, en la igualdad compensativa, en la fortaleza, en la templanza, en la belleza y la conciencia de la conexión permanente con el Creador-.
Giuseppe Isgró Cattafi



Séneca, filósofo estoico y uno de los pensadores más profundos de todos los tiempos, se preguntaba: -“En qué consiste la felicidad”? Acto seguido, contestaba: -“En el sosiego y la tranquilidad perennes. La otorgará la grandeza del alma y la constancia porfiada  en seguir el recto juicio. Tales virtudes, ¿en qué condiciones se alcanzan? Siempre que hayamos captado plenamente la verdad y observado, en nuestra conducta, el orden, la mesura, el decoro, con una voluntad tenaz en el bien y benevolente, en consonancia con la razón y sin separarse jamás de ella”-.
Para la filosofía estoica, todo lo que es conforme con la naturaleza, proporciona felicidad. Tú puedes y debes ser más feliz, todavía, aquí y ahora mismo. De ti depende exclusivamente. ¡Acepta ser más feliz, todavía, en este instante!
Siéntete plena y totalmente feliz y encuentra cien o más razones por las cuales puedas mostrar gratitud a la vida y al Supremo Hacedor, para ser más feliz, aún, de lo que lo has sido hasta ahora. Escribe esas razones y medita sobre ellas. Este ejercicio es sumamente poderoso y efectivo. Mientras vas escribiendo, por asociación magnética van surgiendo nuevas ideas para expresar gratitud y motivos para ser más feliz, ahora. Por la ley de atracción, mediante la cual, lo semejante atrae lo semejante, al representarte, mentalmente, las razones por las cuales te puedes sentir más feliz, ahora, atraerás mayores situaciones, a tu vida, que reforzarán las condiciones idóneas para alcanzar nuevos estados de conciencias relativos a la felicidad.
Tienes el poder más grandioso que otorgó el Creador a todos los seres: el libre albedrío, lo cual significa que tienes la libertad de elegir. En el mismo instante en que elijas ser más feliz, todavía, -plenamente feliz-, lo demás viene por añadidura, por cuanto tu vida comenzará a girar alrededor de ese nuevo estado de conciencia y decisión. Al afianzar tu poder interior de dominarte y ser inmune a las influencias y condiciones exteriores, todo tu mundo de relación se acoplará, en perfecta armonía y concordancia. Es más fácil ser feliz, por cuanto la vida te secunda para ello, que dejar de serlo, que es ajeno al plan de la naturaleza. Hay un precio que pagar; pero hay que pagarlo: tomar la decisión de realizar las cosas que deben hacerse para ser más feliz. Hazlo y tendrás el poder.
Parafraseando a Epicteto, -otro de los grandes maestros de la Stoa-, podría decirse que, lo importante no es la felicidad en si misma, sino la propia comprensión y actitud frente a ella
La felicidad es un estado interior del propio ser. Es una actitud frente a la vida. Es la comprensión de las leyes del universo. Es el resultado de un proceso vital mediante el cual, los sentidos cósmicos de la persona, guían, bajo la égida de la visión de los valores universales y de la vida, otorgándole orientación, utilidad, trascendencia y valor existencial.
Sentirse plenamente feliz es el resultado final de una vida centrada en la práctica de las virtudes y en el estudio de la sabiduría universal, aquí y ahora, en la escuela de la vida, en esas circunstancias que se afrontan en el diario vivir, las cuales te ayudan a ejercitarte en la adquisición de la maestría existencial. Sí, ya sé que tienes una lista grande de cosas, personas y circunstancias que te van clavando el aguijón; pero, ese es el mecanismo de la vida, quine te va presentando las situaciones acordes a lo que has sembrado, previamente, y que te son precisas para ayudarte a adquirir nuevos estados de conciencia e impulsar tu evolución; si no fueran esas personas o circunstancias que actualmente pudieran exigirte que te emplees más a fondo para armonizarte con una realidad superior y hacerte inmune a ellas, serían otras diferentes pero de análogo efecto, por cuanto, esas son las experiencias que, ahora, requieres y es preciso afrontarlas y asimilar la enseñanzas que contienen y pasar a la siguiente fase en el plan de tu vida. Nada de evasión, sino decisión firme de afrontar las cosas y vencer en las pruebas de la vida, serenamente, con paciencia, y conservar, siempre, la paz mental.
Es preciso amar, antes, la felicidad, para ser feliz; lo mismo hay que hacer con la sabiduría, para cultivarla y desarrollarla, en el propio ser. Amándola, comienzas a descubrir el por qué de todas las cosas, cuyas respuestas, en la meditación de tu “yo interno” –espíritu-, te dan la comprensión de las mismas.
La primera gran percepción que ilumina la inteligencia, es la de que, en el universo, todas las razones existentes indican que, la meta inmediata y final del ser humano, es la de ser feliz, cada día, mediante el desempeño efectivo de la propia misión en la vida, con virtuoso cumplimiento de los propios deberes. Es la regla ética cósmica.
La insatisfacción que, eventualmente, se experimenta, señala el desempeño suficiente y adecuado que debe ser logrado, para que, el equilibrio vital y creativo de la felicidad, pueda manifestarse plenamente. Es la sensación del deber cumplido; la emoción del logro alcanzado; el sentimiento de lo justo que guía las propias acciones; la intuición de la verdad que ilumina el espíritu y las ideas; la visión de los valores universales para dirigir los acontecimientos; la prudencia, que determina hasta donde llegar y cuando hay que pararse, indicando la medida exacta de todas las cosas; el poder del entusiasmo que potencia las facultades transformando en incansable, a la persona, hasta alcanzar lo –aparentemente- “imposible”, por cuanto, todo es posible para quien cree que lo es y mantiene la expectativa positiva en el logro de los resultados apetecidos.
La fe –expectativa positiva- en la bondad universal que siempre busca lo mejor para cada quien, aún en las situaciones menos favorables.
La aceptación de los designios superiores del Gran Arquitecto del Universo, a cuya voluntad es preciso armonizarse en el quehacer universal, por ser la rectora de todo cuanto existe.
El respeto a las leyes cósmicas y humanas; a los derechos ajenos; a las personas y a todas las expresiones de la vida universal.
El valor o coraje, que da fuerza para seguir adelante, transmutando en buenas todas las situaciones.
La templanza, -moderación- o autodominio, como principio de economía cósmica, por cuanto, mientras mejor se administren los propios recursos existenciales, la vida confía caudales de abundancia mayores, para optimizar su uso en beneficio de todos; en fin de cuenta, aquí, cada ser, es un trabajador del cosmos. Es preciso hacer el trabajo, y realizándolo, se es feliz. ¿Cuál trabajo? El que estimes que alguien debe llevar a cabo. Tú eres esa persona.
Es preciso recordar, una vez más, las sabias palabras del I Ching, -el libro de las mutaciones y uno de los mejores de todos los tiempos-: -“Olvida la felicidad perdida, disfruta de la que aún queda”-.
La felicidad es un termómetro. La naturaleza de las cosas –quien deja en libertad de elegir las cosas inherentes a la propia vida y actuar con libre albedrío- diseñó, en los seres, el mecanismo de la felicidad, en su doble polaridad positiva y negativa, -satisfacción-insatisfacción-, el cual permite calibrar el acercamiento o alejamiento, advirtiendo cuando deben hacerse correctivos. El aguijón que inflige la insatisfacción mueve a la acción suficiente, en la realización de los objetivos existenciales que competen a cada persona de acuerdo al esquema cósmico, única manera de acallar la misma.
El fin de la insatisfacción siempre es positivo. Es, como fue dicho, el aguijón cósmico que penetra en lo más profundo del ser, para despertarlo a la realidad emergente de la vida, al propio objetivo existencial, indicando, mediante las cosas que causan inconformidad, el sentido direccional hacia el cual hay que encauzarse, transmutando la situación insatisfactoria en su opuesta positiva.
Hay una sola manera de hacerlo. Es canalizando el propio caudal creativo hacia objetivos externos. La fuerza de insatisfacción , acumulada en la represa de la propia vida, en busca de auto-expresión, es un tremendo poder concentrado que puede y debe ser utilizado para imprimir el impulso realizador de la felicidad, anteponiéndose objetivos claramente definidos, enunciados por escrito, cuantificados en el espacio y tiempo, con su respectiva curva de resultados y atacando la realización de cada uno a la vez.
En el mismo instante en que se acepta la propia realidad, -tal cual es, exactamente-, decidiendo hacer lo que debe ser hecho y resolver lo que debe ser resuelto, se comienza a experimentar el sentimiento de la propia felicidad, como resultado gradual del desarrollo de la existencia humana, expresado en la aceptación y cumplimiento de los propios deberes existenciales –consigo, con los demás y con el Creador-, como ejercicio de los derechos subjetivos que las leyes naturales otorgan a cada quien. La felicidad es un estado fundamental del ser. Desarrolla, cada día más y mejor, el arte de la verdadera felicidad.
Afirma: -Creador Universal, aquí y ahora, acepto la felicidad y abundancia de este día. Gracias-.


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Cada quien toma, de la vida, el grado de felicidad que lleva dentro. El medio ambiente en el cual vive, refleja, como un espejo, lo que se es, lo que se tiene o lo que se experimenta.
La felicidad nada tiene que ver con la posesión de bienes, ni la infelicidad con su carencia.
La felicidad es ajena al vaivén de la fortuna y ésta siempre acompaña al ser feliz por cuanto el estado interior de la dicha, es en sí mismo el mayor bien. Es un poder que mueve a la acción para alcanzar logros que proporcionen autosatisfacción personal y espiritual. Permite disfrutar cada momento de la vida, aquí y ahora,
Las polaridades de la felicidad son auto-excluyentes recíprocamente: o se es feliz, o no; la una desplaza a la otra. Y, por la ley de la asociación magnética, cada uno de dichos polos, tiene fuerzas de atracción y de repulsión. Atrae las situaciones que proporcionan felicidad y repele aquellas que les son contrarias. Hay que sintonizar el propio ser con los elementos propios de la felicidad.
La sintonía es un factor clave. Cada ser es único e incomparable en el universo. Con personalidad, inteligencia, potencial, facultades y evolución, propias. Tú eres mejor de lo que crees. La vida te ha dotado de un mecanismo interior para ser feliz por medio del dominio de tus pensamientos, sustituyendo uno negativo por su opuesto positivo y alcanzar la realización de todos tus objetivos y metas, por elevadas que sean, por cuanto, las ideas que concibes constituyen semillas que al germinar, en el plano mental, manifiestan en la realidad objetiva sus respectivos logros, con lo cual, aún sin saberlo, contribuyes al desarrollo universal de acuerdo a los planes del Gran Arquitecto del Universo.
Ésta es una de las mejores épocas de la humanidad y el futuro siempre será mejor. El cosmos, extraordinario e inmenso, con sus leyes sabias e inmutables, rige todo: esa inmensidad en el espacio cósmico y en la eternidad del tiempo, están a tu alcance para conquistar la evolución universal, en ciclos existenciales periódicos, en este planeta, y en miles de millones de mundos habitados que la imaginación intuye –y los ojos de la inteligencia ven-, los cuales constituyen etapas –o moradas- de progreso, que gradual y oportunamente, es preciso ascender. Tu espíritu es inmortal, coeterno con el Creador y, a su vez, forma una unidad con Él.
Cada ser es un Creador de la naturaleza secundando al Supremo Hacedor. Es un ejecutor de su voluntad de su voluntad y planes en el quehacer universal y diario. El mejor rendimiento se obtiene al estar en acoplamiento con Él, en perfecta armonía con sus leyes y valores cósmicos. Ese acoplamiento es instantáneo. Puede hacerse aquí y ahora mismo.
Basta decir: -Creador Universal, acepto Tu voluntad. Pongo mi vida en tus manos. Guíame de acuerdo a tus designios. Utilízame donde creas que pueda ser más útil. Ilumíname, protégeme, asísteme. Gracias-.
Dejándote guiar por el poder espiritual que yace en tu ser interno, en perfecta conexión cósmica, tu vida va ubicándose donde las leyes naturales, en perfecta cooperación, consideran que eres un eslabón perfecto de la gran cadena universal; de acuerdo a tus propias fuerzas, experiencia, evolución, suma existencial y voluntad de servicio.
Observa como surgen las oportunidades que canalizan tu potencial de donde menos lo piensas y esperas. La clave está en aceptar la propia realidad y rol, y actuar en la dirección que indica el sentido de la propia responsabilidad. La vida presenta, oportunamente, la tarea que cada quien debe atender. Haciendo la que compete, se recibe el salario cósmico que compensa, siempre suficientemente, todo lo que se precisa. Aceptar la propia realidad significa sentar las bases para construir el futuro que cada quien anhela. En ese mismo instante, comienza a manifestarse la felicidad de la meta en la cual se centran los propios esfuerzos.
La felicidad verdadera se experimenta mientras se realiza la gran tarea; se expresa como sentimiento –en correspondencia con cada uno de los valores universales que auto-manifiesta, en un momento dado- como ejercicio de todas las virtudes y cumplimiento de los propios deberes.
Al llegar a la meta, es preciso forjarse una nueva, por cuanto la inactividad crea insatisfacción y la felicidad se expresa en plena actividad dirigida y orientada a un objetivo predeterminado.
Las nuevas metas generan felicidad desde el mismo instante en que son concebidas.
Es la felicidad que se experimenta mientras se recorre el camino. Es un grado de dicha que al final de cada día se manifiesta como salario cósmico por la tarea cumplida, y al inicio de la jornada, mediante la confianza de que, este día, el Creador ha permitido que se esté aquí para una finalidad útil, de cooperar con el cosmos, y que, asumiendo la tareadel día, se están aceptando todos los beneficios inherentes que la vida tiene dispuestos para cada persona.
El grado diario de tarea y auto-satisfacción van tejiendo la felicidad existencial y la gran carrera cósmica.
Para experimentar la verdadera felicidad deben ser reparadas todas las deudas cósmicas contraídas con la humanidad en general,  y, con determinados seres, en particular; para ser feliz, se deben saldar estas obligaciones kármicas, de las que se tiene conciencia; y, de las que se ignora su existencia a nivel objetivo, por pertenecer a ciclos de vidas anteriores, pero que, aún sin darse cuenta, mantienen a cada quien dentro de determinadas condiciones de vida que inhiben la libertad, mientras se deje de satisfacer la compensación de las mismas.
Es el saldo existencial. Si es negativo, la cuenta bancaria cósmica restringe cierto movimientos de libertad; si es positivo, en el mismo nivel, permiten grados de libertad acordes e inherentes y capacidad de experimentar felicidad en proporción equivalente.
Es preciso auto-liberarse: perdona a quien te ha ofendido o perjudicado de alguna manera. Déjale libre y quedarás en libertad, dándole, a la vez, la oportunidad de que, la persona en particular, -o la vida-, te compense adecuadamente, por cuanto, perdonar significa aceptar el pago que, por el mecanismo respectivo de la ley de compensación, la naturaleza de las cosas, traerá, oportunamente, de donde menos se piensa. Ello permite que la justicia universal vaya balanceando tu vida con lo que te deben.
Empero, deberías auto-perdonarte, para dar cabida a los sentimientos nuevos de felicidad y valores universales que inundarán –iluminando- tu vida, con una nueva luz de comprensión y significado vital-existencial.
Al haber recibido el flujo compensatorio que mediante el perdón has permitido que acceda a tu vida, rellenando tus arcas existenciales, estarás en condiciones de compensar, a tu vez, tus deudas cósmicas; por lo cual, pide a la vida asistencia y ayuda para que tu puedas saldar tus obligaciones. El pago de lo que se debe proporciona una de las máximas felicidades liberatorias.
Una forma efectiva que contribuye a la propia liberación de obligaciones kármicas es hacer lo más posible en bien de la humanidad, que si bien es preciso realizarlo en forma altruista y desinteresada, sus efectos compensatorios contribuyen a aligerar la propia carga existencial, las cuales aportan un caudal de riquezas espirituales que incrementan las propias fortalezas, con las cuales, es más fácil afrontar las tareas auto-liberatorias en relación con los demás y emanciparse, forjando la propia libertad de acción y auto-independencia.
Pregúntate: -¿Qué queda por hacer, ahora? Realizar lo único –o lo mejor- que es preciso, en cada caso, constituye el verdadero arte de la felicidad.


Adelante.

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