TRES
FASES EXISTENCIALES
©Giuseppe Isgró C.
Como todos sabemos, la vida humana puede dividirse, claramente, en tres fases esenciales:
1)
La infancia: relativa a la fase de aprendiz.
2)
La virilidad, etapa comprendida entre la juventud y la edad madura,
representada por el grado de compañero.
3)
La madurez, o plenitud existencial, simbolizada por el sublime grado de
maestro.
En
la infancia, el aprendiz comienza a conocer los instrumentos que habrá de
utilizar en la realización de su obra. Estos instrumentos son de orden físico,
mental y espiritual. Este conocimiento, puede ser de orden intelectual, fruto
del estudio de todas las ciencias, filosofías y artes; y de carácter moral, simbolizado
por la practica de todas las virtudes bajo la égida de los valores universales.
En
esta fase, el aprendiz utiliza su mandil de artesano con la solapa hacia
arriba, simbolizando que la materia predomina sobre el espíritu y la
inteligencia. Los instrumentos físicos que comienza a conocer son: la Escuadra,
el nivel y la perpendicular. Los mentales son: la lógica inductiva y deductiva
y el discernimiento, entre otros. A nivel espiritual, los valores como la
prudencia, la sabiduría, el amor, la justicia, la igualdad, la compensación, el
orden, la armonía, la belleza, etcétera. Valores que comienza a percibir su
existencia pero que deberá aprender a conocer para que, en el siguiente grado
de compañero, pueda ponerlos en práctica. Comienza a realizar diferentes viajes
por diversas regiones del mundo superando obstáculos, para al final del
tercero, recibir, en el oriente, la luz; luz simbólica, por ahora, pero que,
más adelante, al llegar a la iniciación espiritual, palpará en forma directa de
la fuente universal, como leyendo en el libro de la vida.
Una vez culminada esta fase de la infancia, etapa de aprendizaje esencial para conocer los instrumentos que habrá de utilizar, acto seguido, en la fase de compañero de arte, en la obra operativa del Arte, y en la respectiva especialización que elija, empieza con un cambio de indumentaria: la solapa del mandil es puesta con la pu nta hacia abajo, simbolizando que el espíritu y la inteligencia deben predominar sobre la materia. El compañero artesano debe comenzar a dominarse a sí mismo y todos los rudimentos del arte, para luego, en el siguiente grado, estar en condiciones de dirigir a los compañeros, al igual que él, ahora, sigue la dirección de su maestro, el primer vigilante de la logia. Aquí la edad aumentó, cuyo número simbólico representa una serie de hechos significativos: deberá realizar cinco viajes, etapas esenciales de su aprendizaje. Al final de dichos viajes percibe la FUENTE y toma en sus manos la Espada Flamígera de la Justicia, guiándose por la Escuadra en la medición de cada paso. Aprende a controlar el ímpetu de su juventud mediante la virtud de la prudencia y lo justo de su proceder.
Una vez culminada esta fase de la infancia, etapa de aprendizaje esencial para conocer los instrumentos que habrá de utilizar, acto seguido, en la fase de compañero de arte, en la obra operativa del Arte, y en la respectiva especialización que elija, empieza con un cambio de indumentaria: la solapa del mandil es puesta con la pu nta hacia abajo, simbolizando que el espíritu y la inteligencia deben predominar sobre la materia. El compañero artesano debe comenzar a dominarse a sí mismo y todos los rudimentos del arte, para luego, en el siguiente grado, estar en condiciones de dirigir a los compañeros, al igual que él, ahora, sigue la dirección de su maestro, el primer vigilante de la logia. Aquí la edad aumentó, cuyo número simbólico representa una serie de hechos significativos: deberá realizar cinco viajes, etapas esenciales de su aprendizaje. Al final de dichos viajes percibe la FUENTE y toma en sus manos la Espada Flamígera de la Justicia, guiándose por la Escuadra en la medición de cada paso. Aprende a controlar el ímpetu de su juventud mediante la virtud de la prudencia y lo justo de su proceder.
Al
cumplir su período de aprendizaje y práctica en el Arte en calidad de
compañero, solicita su exaltación al sublime grado de maestro, en el cual, de
guiado pasa a guiar a los compañeros puestos bajo su custodia, transformándose
en un líder natural: comienza a diseñar sus propios objetivos y a planificar la
realización de la obra cuyos resultados ha asumido como contribución a la Gran
Obra.
Es
la etapa de la madurez. Aprende a recorrer el camino del amor y la practica del
ahimsa, es decir, a recorrer la vía pacífica, el camino recto, el camino del
medio. Aprende a interiorizarse y a trascender la capacidad de razonamiento, la
lógica inductiva y deductiva, descubre su sexto sentido, que es el símbolo del
maestro, representado por dos grandes facultades: la intuición y la inspiración.
Por la primera, su Espíritu se eleva hasta la fuente donde reside el
conocimiento que precisa, lo aprehende y lo transfiere a la conciencia objetiva
como percepción intuitiva. Por la inspiración, recibe el influjo de las musas,
-de los guías espirituales- que, por la comunicación de su pensamiento en su
pensamiento, recibe la guía que precisa, en cada caso, así como, la dirección
del Gran Arquitecto del Universo, quien se expresa en su conciencia por medio
de los sentimientos equivalentes a los valores universales o atributos divinos,
cumpliendo su rol de Pedagogo Universal.
Pero,
el maestro, aquí, como líder de la sociedad de la cual forma parte, que con su
aporte aspira a mejorar, se da cuenta de que hay algo más. El diseño de su
obra, y de los objetivos que se suele plantear, que él creía que era su obra,
se percata, casi sin esfuerzo y sin buscarlo, de que realmente no es su obra,
es la OBRA UNIVERSAL del Creador, que, intuitivamente o por inspiración, ha
percibido la parte de los planes cósmicos que por su vocación y capacidad de
trabajo y de asunción de la obra, puede asumir, los Regidores Cósmicos le
delegan para su ejecución. Él percibe que la obra no es de él, sino que es
únicamente un instrumento, que lo que él percibe es el Salario Cósmico.
Esta
percepción de que hay algo más allá de la obra física que se realiza, una vez
construido el Edificio, es la conciencia del plan divino de la vida, en el cual
cada ser tiene lugar y su trabajo que realizar en armonía con el Todo y con
todos. Es cuando comienza a ser apasionante vivir conscientemente, -con sentido
existencial- por cuanto entra en el concierto universal de la vida y del
verdadero camino a la fuente y de esta a la expansión de la Creación Universal.
Adelante.
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