miércoles, 26 de febrero de 2014

EL BARCO, EL CAPITÁN Y ALGUNAS IDEAS TOMADAS AL VUELO

Obra del pintor Miguel José Isgró Bravo
-España 2012-

EL BARCO, EL CAPITÁN 
Y ALGUNAS IDEAS TOMADAS AL VUELO

©Giuseppe Isgró C.



El barco debe ser conducido tomando firme el timón entre las manos. No puede dejarse vapulear por cualquier viento, o ráfaga, sino que debe disponer las velas de manera que le conduzcan a un puerto claramente prefijado, o a uno alterno, en caso de circunstancias que aconsejen que así se haga.
Nadie puede ayudar a quien no desea ser ayudado, o no tiene conciencia de precisar dicha ayuda. Cuando la persona que ha contratado tus servicios no sabe lo que desea, y no se deja ayudar dándote toda la información cierta, y pertinente, para hacer un análisis y establecer los objetivos que deben ser alcanzados de mutuo acuerdo, mediante un mandato otorgado por escrito, se debe abandonar el caso, dejando de hacer trato con dicho prospecto.
Decía Séneca, -parafraseado-: -“Cuando el capitán no tiene claro el puerto de destino al cual quiere llegar, ningún viento le será favorable.
Cuando hay dos capitanes al frente de una nave, o aeronave, si surge alguna eventualidad, el de menor experiencia debe dejar el mando al más veterano. Igual proceder debe seguir el más lúcido cuando la otra parte tiene ideas divergentes sobre lo que hay que hacer. Es preciso dejar que cada persona ejerza su derecho de libertad para decidir, que le ha otorgado la naturaleza de las cosas.
Algunas personas lo único que desean es utilizar el buen nombre de los demás en su propio beneficio, más allá de lo que las mismas personas harían para sí. Es preciso dejar de entrar en trato con tales personas, o calibrar bien los riesgos, tomando las debidas precauciones para que no sea perjudicado el propio nombre.
Hay personas de óptima reputación personal, o profesional, con quienes es lícito entrar en negociaciones o tratos. Empero, siempre hay que pagarle los honorarios justos por sus servicios, o es preferible dejar de utilizar los mismos. Lo mismo acontece cuando presta los servicios la propia persona: Es preciso cobrar los honorarios justos, o dejar de asumir el compromiso,
Hoy en día la gente prefiere pagar a un buen abogado para redactarle un documento de compra venta o de otra índole. Antes, la gente buscaba a su sobrino, o a un amigo recién graduado para ello porque le exoneraba los honorarios, o le cobraba poco. Pero, lo barato sale caro, cuando quien realiza el trabajo no está debidamente calificado. No se puede obtener con poco, mucho.
Cuando la otra parte, en una negociación, da señales de escasa seriedad en los detalles de poca monta, igual conducta seguirá cuando se trate de cosas de mayor envergadura. Por ende, es preferible dejar de hacer trato con tales personas.
Cuando una persona hablando con otra por teléfono, al entrar en una oficina pública, interrumpe la conversación diciendo que está entrando en el Registro Público y alguien le está indicando que debe apagar el teléfono, sin ser verdad, denota que la persona no es veraz. Dijo algo que no es verdad sin necesidad. Era suficiente decir que le llamaría más tarde o, por ejemplo: -Déjeme pensarlo y te llamo. La persona que no es vez en cosas insignificantes, tampoco lo será en las más serias. Moraleja: Para que la propia credibilidad pueda consolidarse, debe la persona ser siempre veraz, aun en contra de sus propios intereses. Siempre derivará un beneficio mayor quien dice la verdad, aun cuando aparentemente pierda.  


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