LA VISIÓN DEL LÍDER
©Giuseppe Isgró C.
La visión precisa de
las cosas, de los objetivos, de las situaciones que precisaban soluciones, la
manera de cómo hacerlo, en cuanto tiempo, dónde, cuándo, cuánto y por qué, le orientaban
en la definición de su acción en el espacio y en el tiempo. Este tipo de
percepción se maneja, simultáneamente, a nivel objetivo y subjetivo: es decir:
razonamiento más intuición e inspiración, como fue dicho antes.
Los antiguos
iniciados, además de la iniciación física, o simbólica, según los misterios en
que participaban, oportunamente, recibían, también, la espiritual.
En los tiempos
modernos se dispone de un aforismo de análoga importancia: -“Nadie puede ir más
allá de hasta donde alcanzan los propios conocimientos”. Es cuestión,
únicamente, de visión. El que percibe la realidad tal como es, en determinado
grado, es el verdadero guía, el que señala el camino y deja que los demás lo
recorran, por sí mismos, asumiendo sus propias responsabilidades. De esta
manera, también se deberán a sí mismos los méritos de sus triunfos.
Quienes ven las cosas
tales como son, poseen ese conocimiento relativo a las necesidades del entorno,
a la forma de satisfacerlas; y transmutando las condiciones adversas en favorables,
aprovechan las oportunidades que el propio entorno ofrece.
El mercader, en el
mercado en que actúa, precisa conocer las leyes del libre juego entre la oferta
y la demanda, lo cual implica conocer los principios de la economía, y haber
ejercido el arte en grado suficiente, para desarrollar la visión que otorga el
liderazgo y la permanencia exitosa en el oficio. Es la experiencia la maestra
que permite ver las cosas como son en la realidad de la vida diaria, y
reconocerlas, tan pronto entren en la esfera de su atención.
Empero, la práctica de
la meditación, abstrayéndose del propio ego, en conexión divina con el Creador
Universal, facilita la percepción intuitiva, y la inspirativa, necesaria y
oportuna, en cada caso, que permite ver las cosas tales como son. Este era uno
de los secretos supremos del iniciado, cuyo calificativo de “epoptas” merecía.
Era la iniciación espiritual que le otorgaba la facultad de conocer, aunque,
muchas veces, sin saber como sabía. Una mezcla de cultivo del arte, y, al mismo
tiempo, de intuición e inspiración, algo en que los “epoptas” eran maestros.
Los tesoros, los
diamantes y las riquezas, generalmente, se encuentran en el propio patio, y no
en lejanos lugares.
Ver las cosas como
son, denota la percepción de las oportunidades inherentes allí donde otros
observan adversidad u obstáculos. El viento en contra favorece el despegue de
los aviones, y, también, su aterrizaje, una vez alcanzada la meta. Partida y
llegada se unen en incontables ciclos, en el eterno presente.
Ver las cosas como
son, y como pueden serlas, si aplicamos la acción creadora persistente, en el
espacio y en el tiempo, ayuda a vivir la vida en concordancia con los propios
anhelos y elevados valores, en armonía con el Todo y con todos.
El sufí,
inteligentemente, expresa: -“Lo que Allah desea, nada se le asemeja”. Qué es lo
que Allah desea? LO MEJOR. Es el enfoque optimista de la vida. Aún las cosas
menos favorables pueden ser una bendición, si sabemos verlas como realmente
son. Ese lapso de bloqueo, permite mantener a la persona, en el lugar adecuado,
en el tiempo perfecto de Dios, para hacer, oportunamente, lo que corresponde,
de acuerdo a los planes del Gran Arquitecto del Universo.
Armonizar con la
voluntad de Dios, y seguir sus impulsos en la propia conciencia, como un
instrumento de la Divinidad, es una forma perfecta de ver las cosas tales como
son.
Adelante.
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