sábado, 22 de febrero de 2014

PITÁGORAS



PITÁGORAS

©Giuseppe Isgró C.

Pitágoras, nació alrededor del año 569 -a.n.e-, en Samos, Grecia.
Sus profundos conocimientos le convirtieron en uno de los mas excelsos maestros de la antigüedad.
Fue iniciado en los misterios Eleusinos, fuente ésta en la que se formaron los grandes pensadores griegos.
Tales de Mileto, le inició en el estudio de las matemáticas y Ferecides, -no de mucha mayor edad que él-, fue su maestro en diversas áreas.
Su afán de saber le hace emprender largos viajes, emulando el ejemplo de Licurgo, Solón y Tales de Mileto,.
Visitó Lesbos, Mileto, Fenicia y Egipto, viviendo, en éste, 22 años, estudiando, y recibiendo la iniciación en los misterios menores y mayores egipcios, en los Templos de Isis y Osiris, así como las enseñanzas de Hermes Trismegisto –Toth-, y la Doctrina Secreta de aquel país heredero de la sabiduría Atlante.
Uno de maestros de Pitágoras, en Egipto, fue Oenupheus de Eliópolis.
Visitó, también, Babilonia, donde estudió, con los Maestros Caldeos, la Ciencia de los Magos, la Astronomía, la Astrología, los diversos sistemas de adivinación y la medicina; viviendo, allí, 12 años.
Después de 34 años, Pitágoras regresó a Grecia. En Delfos, consultó el oráculo, resultándole favorable.
Se dirigió a Crotona y, posteriormente, a Metaponto, sur de Italia, (Magna Grecia), fundando allí su escuela, cuyo rol, en nuestra época, encarna la Masonería Universal, cuyos objetivos de estudio de todas las ciencias y la práctica de todas las virtudes, le han convertido en forjadora de líderes, siendo la fuente donde se han alimentado, prácticamente, todos los grandes genios de la humanidad desde 1717 hasta nuestros días.
Pitágoras imponía, a sus discípulos, un período de silencio de dos a cinco años, según el temple del discípulo. Apolonio de Tiana, siglos después, siguiendo la tradición pitagórica, practicó cinco años de silencio.
Pitágoras, empleaba, como método, el aprendizaje, de memoria, de una gama de aforismos, -con cierta similitud con los koans del Budismo Zen-, con cuya repetición constante buscaba el desarrollo del Auto-conocimiento y la práctica de todas las virtudes, entre los cuales se conservan los Versos de Oro; su sabiduría se hace evidente desde la primera lectura, admirando su elevación y profundidad,  así como la efectividad de su puesta en práctica.
Además de la filosofía y la astronomía, las enseñanzas comprendían los valores universales, la Reencarnación y la ley del Karma,  el liderazgo y la oratoria, -sus discípulos se convirtieron en grandes dirigentes políticos-, la música de las esferas, el teorema de Pitágoras, las teorías de los número, el número de oro y la Tetratkis, en representación del hombre como microcosmos y expresión del Macrocosmos, y, por ende, de la Tétrada y del Cuaternario, vinculándose éste último con el Creador Universal y fuente de la naturaleza toda, y aquella, con el ojo que todo lo ve, temas estos que, por su importancia, precisan ser profundizados.
El maestro y sus discípulos, adoptaron la denominación de filósofos, es decir, amigos de la sabiduría.
Pitágoras, tenía conocimiento de, al menos, seis existencias previas, como son: Pirandro, Etálida, Alco, -mujer de hermoso rostro-, Euforbo, Hermótimo,  y Pirro. Fue, también, Isaac, Isaias, Eliseo, Antulio, y Jesús de Nazareth.
Se ha dicho que Pitágoras creía en la Metempsicosis, es decir, la trasmigración de los espíritus humanos en animales. ¿Es ello cierto?
La teoría de la Metempsicosis es anterior a Pitágoras; proviene de las Leyes de Manú, -3.700 –a.n.e-, que explican la reencarnación, ley del karma y otras enseñanzas con gran elevación y precisión, por lo cual, la Metempsicosis seguramente fue una interpolación posterior, por cuanto, el ser humano no retrocede en su evolución encarnando en  especies de rango inferior, por lo que, la Metempsicosis, además de ser incorrecta, se le atribuyó erróneamente a Pitágoras, quien enseñó la doctrina de la reencarnación en su esencia real.
Los Versos de Oro se dividen en tres partes: en primer lugar, los relativos a la preparación; luego, aquellos destinados a la purificación, y, finalmente, los que permiten, con la práctica de sus enseñanzas, el ingreso a la divina senda de la perfección. Adelante.


LOS VERSOS DE ORO PITÁGORICOS
Versión castellana de Giuseppe Isgró C.


PREPARACIÓN:
I.    La practica espiritual:
Antes, honra a los Dioses inmortales, de acuerdo con su jerarquía.
II.    –“Respeta tu promesa, y reverencia a los héroes ilustres, y a los genios, ejecutando las prácticas en uso”.
PURIFICACIÓN:
III.    El culto a la familia:
Rinde honor a tus padres, y a los más cercanos parientes.
IV.    El culto de la amistad:
De los demás, del más virtuoso, por mérito, hazte amigo; con serenas palabras y útiles acciones, sigue su ejemplo. Por leve falta no te irrites con el amigo, de acuerdo con tus fuerzas. Al lado del poder, convence la Necesidad.    
V.    La cultura personal.
 A: La cultura mental:
Por lo tanto, tales cosas conozcas, y sepas, también, refrenar estas otras: El estomágo, antes de todo; igualmente el sueño, el sexo y la ira.
VI.    Ser honrado, franco y justo:
Se irreprochable con todos y en todo; ejecuta, únicamente, actos dignos, tanto en compañía de otros como a solas. Como prioridad, ten pudor contigo, respetándote. Después, siempre, en palabras y en actos, ejercítate en la práctica de la justicia.
VII.    Ser reflexivo:
-“Fórjate el hábito de regir tu conducta por la razón. Recuerda, en suma, que la desencarnación es un destino común. Por lo tanto, las riquezas, hoy buscas de adquirirlas; mañana, puedes perderlas”-.
VIII.    Trabajar con toda confianza:
Cuantos, por acción de la ley cósmica, experimentan pruebas adversas. Las que a ti te correspondan, sopórtalas con calma, sosegadamente. Superarlas, satisfactoriamente, sí, te conviene, con toda tu potencia creadora. Piensa, que, después de todo, a la gente buena, no son tantas las adversidades que les toca afrontar.
IX.    Ser tolerante y paciente:
Discursos varíos oirás, con frecuencia, unos con nobles contenidos, otros indignos; tú, no permitas que los unos te turben, ni de los otros te vuelvas para no oirlos. Y si una mentira es dicha, sopórtala con calma.
X.    Crearse un juicio sano y firme:
En todo cumple cuanto ahora te digo. Ni uno, con palabras u obras, te induzca jamás a decir o a hacer cosa alguna que después no resulte lo mejor para ti. Antes de actuar, reflexiona, para no cometer errores; que actuar o hablar con discernimiento es de gente prudente.
XI.    Estar prevenido:
Pero, tú las cosas harás, que después no te perjudiquen.
XII.    Aprende lo que es necesario:
Ni una cosa, harás, por lo tanto, en la cual, tú, experiencia no tengas. Empero, cuanto, en verdad, te sea necesario, aprende, y vida agradable tendrás.
XIII.    La cultura personal.
B: Seguir un régimen puro y fisiológico.
 Hacer ejercicio.
Es preciso ocuparse de la higiene del cuerpo; pero en las bebidas, en los alimentos y en el ejerccio, la justa medida observa. Recuerda, utiliza el sentido de la justa medida en todo; que nada te proporcione perjuicio.
XIV.    Ser reservado:
Por lo tanto, habitúate a una vida sana, sin molicie; abstente en realizar todo acto que suscite envidia.
XV.    Ser ponderado:
De esta manera, más de lo necesario no gastes, como hacen quienes ignoran lo que es la honradez; pero, no por ello dejes de ser generoso: La justa medida en todo, es en verdad, la virtud de la nobleza. No hagas, en resumén, lo que pueda dañarte, y pondera bien las cosas antes de actuar.
PERFECCIÓN:
XVI.    Los medios de perfeccionamiento.
Antes de todo, tan pronto como despiertes, aprovecha  para elevar tu Espíritu; enseguida ocúpate de cuanto en ese día quieres hacer”-.
XVII.    Examen de sí mismo:
Antes de dormirte, cada noche, por mucho cansancio que tengas, tres veces examina cada uno de tus actos:
·       –“Dónde he estado?”
·       –“Qué he realizado?”
·       –“Cuál obligación dejé de cumplir?”
Partiendo desde el inicio, recorre, también, el después del después. Has incurrido en bajezas? Recríminate! Has realizado justas acciones? Alégrate. De las primeras, proponte enmendarte; estas últimas, tenlas como modelo a seguir, con fervor. Esto es lo que a ti te pondrá en la horma de la virtud divina.
XVIII.    La meditación. La fe. La vida virtuosa. La ciencia del Universo.
Sí, sí: Por Aquel que a nuestros Espíritus ha transmitido la Tetratkis, fuente de la eterna-fluente Naturaleza. Esto es lo que hay que hacer. Estas cosas hay que empeñarse en practicar, y amar. Por ellas ingresarás en la divina senda de la perfección.
XIX.    La oración:
Pero, al cumplimiento de la obra cíñete, tú, no sin antes solicitar asistencia a los Espíritus protectores que la conduzcan a la perfección.
XX.    La iniciación:
Conocerás el orden divino que rige a los Espíritus, a los seres humanos y a todas las cosas, y percibirás la unidad que penetra la obra toda. Entonces, sabrás que la Naturaleza es una e idéntica en todas partes; a no esperar lo inesperable, y, a no dejar nada sin explicación.
XXI.    La clarividencia:
Sabrás, que los seres humanos soportan pruebas por ellos mismos generadas. Insensatos: A su lado se encuentra el bien, y no lo ven, ni lo oyen; y, también, la liberación de los males la descubren pocos. Tal es la condición que opaca el juicio a los humanos! Son desplazados de un lado para otro, como lo hacen las infantiles cuentas, después de incesantes sacudidas. La discordia es su natural y triste compañera, a la que no hay que provocar, sino cederle el paso y huir de ella.
XXII.    La verdad oculta:
Oh, Dios! De cuántos males librarías a los humanos, si tan solo te dignases en desvelarles a que daimón obedecen! Pero, tú, ten confianza. El origen de los seres humanos es divino. La Naturaleza le va abriendo el acceso a las arcanas virtudes, que ella misma les explica.
XXIII.    La recompensa.  La sabiduría:
Si de ellos en ti hay algo, verás hasta allí, donde te exhorto, reintegrado y silente, y con el Espíritu inmune de todo mal. Pero, deja los alimentos que te prohibí, en los días en que, en hacer puro y libre el Espíritu buscas. Observa, discierne y valúa todo, y a la Inteligencia soberana erige en auriga de lo Alto. De esta manera, dejando el cuerpo, en el eter, libre, irás, como Espíritu divino e inmortal; no más vulnerable serás.

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