EL
PODER DE LOS DESEOS
©Giuseppe
Isgró C.
Los deseos mueven la potencia creadora
de la voluntad y tienen un paralelismo con las necesidades en sus jerarquías
de: básicas, seguridad, sociales, estimación y autorrealización,
¿Qué son los deseos? Constituyen la
causa de la conducta en la naturaleza: humana, animal, vegetal y mineral.
Impelen a querer.
Activan la voluntad y ésta mueve a
la acción, la cual crea el propio destino, es decir, el karma, en su polaridad
positiva o negativa, cosechando lo mismo que se ha sembrado.
Platón y Aristóteles, eran
de la opinión de que, el objeto del deseo puede ser natural o consciente,
mediante el cual, por ejemplo, una persona que desea instruirse, en un área determinada
del saber, le impele a aprender y le facilita cambiar las condiciones mentales,
pasando de un estado de ignorancia a otro de conocimiento, por supuesto,
siempre relativo.
Empero, el deseo contempla
una extensa gama de variantes, como: a) Necesidad y manifestación de la libido,
b) Obtención de lo bueno, lo placentero y la satisfacción en general de
apetitos y anhelos. b) Motivación al logro. c) El deseo y su opuesto, como
aversión emocional. d) La transmutación del deseo, como catarsis o sublimación.
Los deseos canalizan la imaginación,
los sueños y las fantasías; racionalizan el pensamiento y estimulan el cultivo
de la sabiduría, sometiendo la propia acción
bajo la égida de los valores universales, entre los que se cuentan: la
prudencia, la afinidad, la justicia, la igualdad, la compensación, la
fortaleza, la templanza, la belleza, la tolerancia, el perdón y el amor. Esto
significa la regulación de los deseos por la razón y la moral; mientras que la
norma jurídica y las costumbres rigen la convivencia en la sociedad.
Es preciso una adecuada
disciplina y practicas espirituales como la concentración, la meditación, la
autosugestión, la visualización y el estudio de los principios esenciales de la
vida, para canalizar la energía creadora de los
deseos y la transmutación de aquellos que lo requieran, en su polaridad opuesta
positiva, conservando el equilibrio, el autodominio, la serenidad, el
contentamiento y la gratitud, estimulando, al mismo tiempo, un sano sentimiento
de autorrealización.
El deseo reviste, además
del disfrute del placer, otros roles, como: adquisición de poder, acumulación
de riqueza y búsqueda del sentido de la vida.
Siddharta
Gautama, expresó, en las “Cuatro nobles verdades”, que las causas fundamentales
de la ausencia de felicidad son los deseos en su polaridad negativa, a tales
efectos sugirió la práctica del Noble Óctuple Sendero, cuya esencia es someter los deseos a la rectitud –o
justicia-, en: las opiniones, los propósitos, las palabras, las acciones, los
medios de sustentamiento de vida, los esfuerzos, la atención y la
concentración.
Napoleón
Hill, entre los motivos que mueven las acciones humanas, señaló: 1) La emoción
del amor; 2) La emoción del sexo; 3) El deseo de la ganancia material; 4) El
deseo de auto-conservación; 5) El deseo de libertad de cuerpo y mente; 6) El
deseo de auto-expresión; 7) El deseo de perpetuar la vida, -o la trascendencia.
También enunció dos grandes enemigos a vencer: La emociones de la cólera y la venganza;
y, la del miedo, las cuales es preciso transmutar en sus opuestas positivas, es
decir: calma imperturbable, impasibilidad y serenidad; perdón y justicia; fortaleza, valor,
confianza, templanza y sabiduría,
ejercitándose en la maestría del ser.
En la
satisfacción de las propias necesidades, deseos y anhelos, se sugiere seguir estas
sencillas reglas: 1) Saber lo que se quiere. 2) Desearlo hasta convertirlo en
un ardiente deseo. 3) Formular un plan de acción. 4) Asignarle tiempo
suficiente para su logro y actuar con paciencia
y expectativas positivas. 5) Escribir los objetivos y revisarlos diariamente. 6)
Perseverar, actuando como si..ya los hubieses alcanzado. 5) Pagar el respectivo
precio, en tiempo, dedicación, recursos o de otra índole esencial. 6) Disfrutar
la acción del logro, haciendo la vida placentera y amena, relajándose, afirmando
lo positivo, visualizando el resultado final satisfactorio, sintiendo la emoción
y la gratitud anticipadas por la meta que debe ser alcanzada. 7) Trabajar en
silencio, emulando a la naturaleza. 8) Prestar atención a las intuiciones, inspiraciones
y guía del Creador Universal, en la propia conciencia, para conducirse con
efectividad y en armonía con todos y con el Todo.
Por la ley
de atracción, los deseos atraen a los elementos coadyuvadores a su
satisfacción, oportunamente y repelen los contrarios como un escudo protector. Si
las cosas se ponen poco fáciles, es preciso persistir con confianza, sin
abandonar jamás, por cuanto es cuando más cerca se está de los resultados y las
circunstancias suelen cambiar favorablemente, como la noche en día.
Adelante.
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