miércoles, 26 de febrero de 2014

LA PUERTA QUE SE ABRE


LA PUERTA QUE SE ABRE

©GIUSEPPE ISGRÓ C.


-“Cuando una puerta se cierra, simultáneamente, en algún lado, se está abriendo otra más grande”, expresa un antiguo aforismo.
La sabiduría popular es el reflejo de la universal, de esa conciencia cósmica que, a través de los tiempos, cada generación ha percibido su respectivo influjo, fruto de múltiples y variadas experiencias, en su constante afán de sacarle el mejor provecho a la vida.

Existe un mecanismo cósmico que va guiando a cada persona al lugar correcto, en el momento oportuno, para hacer la cosa conveniente. Esto lo lleva a cabo ejerciendo un bloqueo existencial que, de alguna manera, inhibe ciertas situaciones y estimula otras.

Lo que, en un momento dado parecía una consecuencia negativa, al poco tiempo se observa como algo providencial. La vida va cerrando las puertas inconvenientes, -por las cuales se quería pasar-, pero, al mismo tiempo, va abriendo las que realmente convienen, por lo cual, la actitud correcta es dejar de ver aquella para centrar la atención en la nueva que trae la oportunidad que se requiere.

En algún lugar se está abriendo la puerta que mejor conviene a la propia situación existencial. Este axioma cósmico permite tener la convicción absoluta de que, cuando las cosas se ponen más duras, es cuando se está más cerca de los mejores resultados.

Cuando se toca el fondo de las cosas, la única dirección hacía donde se puede avanzar es hacia adelante.

En el momento en que se está a punto de lograr la meta es cuando hay que potenciar las propias fuerzas de tenacidad, persistiendo el tiempo suficiente, y, muchísimas veces, en muy breve tiempo, mientras que, en otras, un poco más, el panorama cambia totalmente y cada uno observa como la constancia y la fe dan resultados asombrosos.

Hay que persistir con actitud decidida, firme en los propósitos, sereno el ánimo, con expectación positiva, caminando silenciosamente por el camino de la vida.

La paciencia lo puede todo –decía Teresa de Jesús-. Cuando se cierra una “puerta inconveniente”, se requiere un esfuerzo extra, el de mirar la nueva oportunidad emergente, hay que estar más alerta, con actitud mental positiva, por cuanto circunstancias favorables y compensatorias están ya en movimiento. Hay que seguir el camino que conduce a la que se abre, por la que fluye la nueva provisión divina, necesaria y suficiente, y, de donde realmente conviene.

-¿Cómo abrir nuevas puertas de provisión cuando se han cerrado las de las etapas anteriores, o las inadecuadas?- La puerta se abre sola; se requiere verla. Pero, para atravesarla, la clave está en el servicio y en la voluntad de resolver las cosas, asumiendo los propios compromisos y responsabilidades.

La puerta que se abre trae su oportunidad respectiva, -o varias-; generalmente viene envuelta en situaciones que deben ser resueltas, por cuanto, la vida, sabiamente, procede de esta manera; el que asume la misión de resolver determinadas “cosas” que están esperando que alguien lo haga, se introduce en la estancia adecuada donde, haciendo la tarea que compete, cosecha los resultados que requería.

El secreto consiste en dar, -servicio, amor, conocimiento, etcétera-, la puerta permanece abierta para recibir tanto o más de lo que se da, en una provisión renovada, “fresca”, necesaria y suficiente, siempre; por cuanto, haciendo lo que debe ser hecho, se recibe todo cuanto se necesita, oportunamente, mediante ese mecanismo cósmico que permite, a cada persona, cada vez que observa el funcionamiento de este principio prodigioso, exclamar: -“Dios es maravilloso”-.

Abre la puerta de la abundancia en tu vida dando más de lo que te agradaría recibir: amor, amistad, felicidad, dinero –mediante el beneficio de tu producto o servicio-, conocimiento, etcétera.

Mientras más tiempo permanece abierta la puerta de tu vida –porque das continuamente-, lo está, también, para que entre más provisión. Si recibes en mayor cantidad, puedes dar más y de esta manera, sigues recibiendo en igual grado. Es un círculo sin fin; por eso, la conexión con la fuente universal de toda provisión –mediante el servicio y la acción de dar-, mantiene abierto los propios canales receptores para que circule la abundancia universal.

-II-

La generosidad mantiene el flujo cósmico de la provisión que debe ser administrada con extrema sabiduría, ya que, la naturaleza da en justa medida, por cuanto, todo exceso en un área crearía un déficit en otra.

Jamás temas vaciarte; toda fuerza vaciante, al retrotraerse, atrae nuevas y más cosas de las requeridas en ese momento.

Dando y recibiendo fluye la circulación de bienes y servicios cósmicos que, se mantiene viva cuando circula.

Algunas veces, las únicas puertas que se abren son aquellas mediante las cuales hay que compensar las circunstancias kármicas de las cuales la persona pueda ser deudora, -o acreedora-, hay que pagar –o cobrar-; a ambas cosas, la vida, con sabiduría, y respetando el libre albedrío, conduce, abriendo y cerrando las puertas adecuadas.
Cada puerta que se abre es la más conveniente, pero, la vida, a veces, por la aplicación de la Ley de la Justicia Divina, ejerce fuerzas de bloqueo, coaccionando, adecuadamente, cuya única alternativa es la respectiva compensación, lo cual ocurre cuando el saldo existencial es negativo; hay que pagarlo para recuperar la propia independencia: mientras tanto, en base a la suma existencial, lo va ubicando, a cada uno/a, en aquellas posiciones –de acuerdo al orden cósmico- en que mejor puede cumplir sus compromisos.

Son las fuerzas de reubicación que cierran las puertas “anheladas”, pero que, mientras se deban compensar situaciones, hay que recorrer el camino que señalan las puertas del deber, de los propios compromisos, que, afortunadamente, dejándose guiar por esa “voluntad divina” que rige la justicia universal, cada persona va conquistando determinados grados de auto-liberación y libertad para asumir los nuevos e infinitos retos de las puertas cósmicas de la evolución, en el eterno presente; el aquí y ahora.

En la gran madeja existencial, cada persona es deudora, y a la vez, acreedora, en múltiples combinaciones de reciprocidad, por lo cual el mecanismo cósmico –es decir, la justicia divina, la ley de compensación, el amor, el crédito universal, etcétera-, siempre genera nuevas vías mediante las cuales se pueda recibir la provisión.

Existen muchas personas que, por esas interrelaciones de sumas existenciales, por el karma de compensar situaciones, la vida los va llevando a situaciones que, cuando más se requiera asistencia cósmica, de donde menos se espera, se abre la puerta: la que trae la provisión necesaria.

Este mecanismo compensatorio genera los recursos por un entrecruzamiento de compensaciones, por ejemplo: A debe a B; B debe a C, la vida permite, en un momento dado, que A pague a C con cargo de B, equilibrando las compensaciones recíprocas.

Esta compensación puede llevarse a cabo de miles de formas entrelazadas con efectos sorprendentes.

Pero, por las compensaciones kármicas, por el salario cósmico o por el crédito universal, cada persona recibe, oportunamente, la provisión necesaria y suficiente, a cada situación, la cual siempre debe ser administrada con sabiduría.

-Dios es maravilloso-, suele exclamarse cuando se contempla la bondad divina de este mecanismo cósmico. –Dios ayuda-, dicen otros.

Abre tu espíritu al amor y a la confianza en las bondades de la vida. Enfrenta tu propia realidad con ánimo contento, haciendo todo lo que debes y espera siempre lo mejor; lo demás viene por añadidura, en el grado correspondiente.

Lógicamente, la puerta que se abre puede obedecer a múltiples causas, pero siempre, por una u otra razón, cuando una puerta se cierra, en el mismo instante, se abre otra. ¿Un amor termina? Se queda libre para que llegue otro, probablemente el más conveniente en ese momento.
Pero, lamentar el pasado impediría las bondades del presente.

-¿Una negociación dejó de realizarse?- Olvídala; busca y encuentra la nueva que está esperándote.

Para aprovechar las oportunidades que están por llegar hay que soltar las irrealizables.

De igual manera, si tienes que cerrar la puerta –oportunidad- a alguien, es decir, deseas no hacer ciertos tratos comerciales o descontinuar otros, habla con sinceridad a la otra parte, para evitarle falsas expectativas; hay que hablar con la verdad, por cuanto, en algún grado, se es responsable de las esperanzas que sin fundamento se alimentan; al declarársele a la parte interesada que cierta puerta permanecerá cerrada, comenzará a buscar la que realmente está abierta, esperándole.

Mediante la promesa –de servicio, de asunción de las propias responsabilidades, del logro o realización de un objetivo- abre la puerta adecuada por la cual fluye el poder suficiente para alcanzar todas las metas, una a una, oportunamente.

Pero, dale a la vida lo mejor de tus esfuerzos, buena voluntad, trabajo creativo y estudio constante.

Aprovecha, cada día, tu oportunidad, mediante el servicio efectivo, con trato justo y ánimo contento.

Sé tolerante, paciente y persistente. Hagamos del planeta el mundo anhelado por todos: el reino del amor, la justicia, la armonía, la fraternidad, el progreso, el bienestar, la abundancia y la felicidad.

Adelante.

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