miércoles, 26 de febrero de 2014

ANDRÉS BELLO



ANDRÉS BELLO


©Giuseppe Isgró C.


 Andrés Bello, -el primer humanista  de América-, es uno de los dos Aristóteles que, simultáneamente, dio Venezuela. El otro fue José María Vargas.

La vida de Andrés Bello contempla tres etapas claramente definidas: la primera, denominada “La caraqueña”, desde su nacimiento, el 29 de noviembre de 1781, hasta el 10 de junio de 1810, día en que, junto con Simón Bolívar y Luis López Méndez, viaja a Londres, en misión diplomática.

La segunda, “La londinense”, cuya duración alcanza hasta el 16 de febrero de 1829, fecha en que se embarca en el bergantín Grecian con destino a Valparaíso; y la tercera, “La chilena”, desde el 25 de junio hasta el 15 de octubre de 1865.

En cada etapa, Andrés Bello, cumple un rol y todas forjan al maestro de América, personalidad tan rica en contenido vario y de multiplicidad en la acción, que, bien podría decirse, vivió muchas vidas en una sola y en cada una brilló la creatividad del genio.

Sí solamente hubiese escrito su obra “La Gramática de la Lengua Castellana destinada al uso de los americanos”, habría pasado a la historia como uno de los grandes hombres de América y de la humanidad, por cuanto, tal como lo señaló Dámaso Alonso, -en su prólogo, en la edición respectiva de las Obras Completas-, es una de las mejores que se han escrito en lengua española, y una de las mejores del mundo.

Es el primer, -y el más importante-, poeta de corte clásico que, en su rango, ha dado el continente americano.

Sus “Silvas”, -a la Agricultura de la Zona Tórrida-, la Alocución a la Poesía, etc., que formaban parte de una obra de mayor extensión, intitulada América, y su traducción de “Orlando enamorado”, lo califican como uno de los mejores poetas descriptivos de la lengua española.

Andrés Bello, es, con justicia, con su Código Civil de Chile, -de elevadísima excelencia-, -al igual que Alfonso X el Sabio, con sus obras EL ESPECULO y LAS SIETE PARTIDAS-, uno de los grandes legisladores –que a nivel individual-, ha dado la historia de la humanidad, en cuya estructuración, si bien, Bello, consultó todos los códigos existentes, en su época, refleja originalidad en los enfoques y maestría inigualable en su redacción. El Código Civil, es una obra que, comenzada en equipo, dejó en el camino a sus integrantes, excepto a Bello, quien con tenaz persistencia, continuó su elaboración por más de veinte años, el cual fue aprobado sin enmiendas, -salvo las hechas por él mismo, posteriormente-, por unanimidad, por el Congreso chileno, en 1855. Casi todos los países latinoamericanos lo adoptaron, excepto Venezuela. Aún conserva vigencia, salvo las adaptaciones fruto de los avances de los pueblos. Es un clásico de lectura obligada para todo intelectual y por las nuevas generaciones.
Fue, Andrés Bello, -en América-, el pionero del Derecho Internacional, publicando, en 1832, su obra “Principios de Derecho Internacional”, -inspirándose en la grandiosa obra jurídica del maestro de Salamanca y asesor de Carlos V, Francisco de Vitoria, fundador del Derecho Público Internacional, y gran exponente del Derecho Público Interno y Derecho Natural, así como en las obras de Hugo Grocio, Samuel von Pufendorf y Emerich de Vattel, entre otros-, la cual escribió para orientar, adecuadamente, y optimizar, las relaciones internacionales de Chile.

De igual manera, escribió un excelente tratado sobre “Derecho Romano”. Como crítico, Bello, sintetiza, en profundo y ameno análisis, toda la obra literaria de la antigüedad, desde los Vedas, el Mahabharata, los Upanishads, los clásicos griegos, los hebreos, -escribió una descripción sintética de la Biblia-; los latinos, -cuya síntesis, por ejemplo, es una de las mejores que leerse puede, aún comparándola con otras de autores posteriores-; pasando por los clásicos españoles, franceses, ingleses, y las más importantes de su época, incluyendo escritores neo-clásicos del Renacimiento, y los máximos exponentes del Romanticismo.

Su estudio del Mio Cid, -buscando la influencia de sus orígenes-, es un tratado que recibió elogios de Menéndez Pelayo.

La gramática latina, comenzó a estudiarla -en temprana edad-, en Caracas, dejando sus frutos al complementar la obra de su hijo Francisco Bello. La gramática griega la profundizó en la casa de Francisco de Miranda, en Londres, lo cual le permitió leer, en sus originales, los clásicos griegos.
Sus escritos históricos y geográficos reflejan la profundidad de su visión, -tanto en sus poemas como en otros artículos-, dejando un excelente “Resumen para la Historia de Venezuela” y la obra “Cosmografía”, en la cual sintetiza conocimientos de astronomía.

Tuvo en gran estima la Historia de Roma, de Tito Livio, que releyó gran número de veces.

Su labor en el Senado –es elegido senador en 1837 y reelegido sucesivamente hasta 1864 (se le concedió la ciudadanía chilena mediante una ley especial)-, dejó discursos que constituyen fuente obligada para todo político.

Su labor periodística la inicia, Bello, en Caracas, pero, la desarrolla en mayor grado con la fundación -en compañía del neogranadino Juan García del Río-, de la Biblioteca Americana, en 1823, de corta duración. En 1826, funda, él solo, el Repertorio Americano, rigurosamente americanista. En 1831 comienza a publicar en el Araucano, del cual será su director en 1850. Bello, publicaba la síntesis de todos los avances y progresos de su época para orientar –instruyendo-, al pueblo de Chile y de América.

Su labor como educador, en todos los niveles, alcanza la máxima expresión creativa con la fundación de la Universidad de Chile, de la cual fue su primer rector desde el 21 de julio de 1843, durante 23 años. Su discurso inaugural por si solo sería suficiente para calificarlo como un gran pensador. Se constituyó en forjador de la sociedad culta de Chile, dejando una constelación de discípulos de gran quilate, que van a seguir los pasos del maestro.

Bello ha recibido, merecidamente, el título de Maestro de América, por su influencia modeladora en todo el continente.


Como filósofo, dejó su huella profunda en la obra “Filosofía del Entendimiento”, publicada en 1842, cuya proyección futura contemplaba una segunda parte sobre la filosofía de los valores –axiología- y la ética. Bello fue masón, iniciándose como tal, en la Gran Reunión Americana, fundada, en Londres, por Francisco de Miranda, en 1797. Cultivó una profunda espiritualidad y acentuada vocación de servicio a la humanidad. Constituye un digno paradigma para las nuevas generaciones, a nivel mundial, y a la vez, un ejemplo de la calificada descendencia que España sembró, prolijamente, en América. El “sentimiento bellista” unifica a millones de intelectuales, en el mundo entero, en la admiración hacia la vida, las obras y las enseñanzas del maestro. Adelante

No hay comentarios:

Publicar un comentario